Niños que se sienten «bichos raros», adultos que ocultan su naturaleza

Niños que se sienten «bichos raros», adultos que ocultan su naturaleza

Instaladas en la mente de muchos niños se posicionan y actúan creencias del tipo: “ser diferente es malo”, “debo ser igual a los otros”, “ser bicho raro trae problemas”. Y las creencias no se instalan de manera caprichosa en las mentes de los niños (ni en la de los adultos), sino que el cerebro las selecciona cuidadosamente rigiéndose por el criterio básico de la supervivencia: «me quedo con las que aseguren mantener lejos lo que me perjudica y también escojo las que me aseguren el tener cerca lo que necesito”.

En una etapa del desarrollo en la que el niño comienza a socializarse, las burlas y el rechazo de los compañeros, vecinos, primos, etc. al respecto de sus “diferencias” atentan al sentido de la pertenencia que para un niño está asociado aún a la supervivencia. Para un cerebro en desarrollo será muy importante en muchas ocasiones, ocultar partes de su naturaleza para evitar ese “riesgo” y mimetizarse lo más posible con su entorno. Incluso hay adultos en los que aún perduran los efectos de estas estrategias de supervivencia por negación y evitación, aunque racional y evidentemente ya no sean necesarias. 

Los padres y otros adultos responsables del cuidado y el desarrollo de los niños, debemos estar atentos a estos procesos mentales y emocionales que operan en sus mentes:

  • Les ayudaremos a valorar sus diferencias y a aceptar con respeto las de los demás.
  • Facilitaremos, con todo el amor del mundo, que se sientan integrados en los grupos con los que se relacionen.
  • Validaremos sus emociones cuando se sientan desconectados de su grupo.
  • Les enseñaremos estrategias resilientes para reafirmarse frente a los niños abusadores.
  • Por medio de juegos, cuentos y teatros creados a la medida de cada niño/grupo, trabajaremos con ellos el valor de las diferencias individuales, exaltar que son seres únicos todo el mundo y en todos los tiempos y como todo esto enriquece a la humanidad.

Carmen Guerrero

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