No: la muerte no se vive. Por eso dice Epicuro que no hay que pensar la muerte, puesto que ninguno puede vivirla.
Si está ella, no estamos nosotros y si estamos nosotros, no está ella.
Pero lo grave no es tu muerte, sino la del ser querido: su ausencia. La muerte no se vive, pero sí se muere la muerte del ser amado.
Y si alguien cree tener la única verdad, también cree tener derecho a imponerla.
Por eso me atemoriza lo sagrado, porque pone fin a toda conversación con los libros y la reduce a una orden: “Este texto significa esto”. Después, llegarán los mandamientos de todos los catecismos: cómo debes pensar, hablar, comer, vivir, guerrear, morir…
La Vanguardia, extracto de una entrevista con Joan-Carles Mèlich, filósofo
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Muerte: transformación, cambio de etapa, revolución, corte con lo que se fue en el pasado.