Instantes cargados de intensidad

Instantes cargados de intensidad

Sí. El descuido puede convertirse en la raíz de un accidente. También es cierto que la brillantez de nuestros reflejos puede permitirnos salir indemnes y que todo quede en un “aviso para navegantes”. 

Dos ejemplos para reflexionar:

1.-Cuando esquivamos con un “volantazo” una situación que habría derivado en un grave accidente de tráfico. 

Durante un breve instante nuestra mirada se apartó de la carretera. En aquellos segundos (por un problema de falta de atención) rozamos la tragedia. 

Trabajar el recuerdo y hablar sobre lo que nos sucedió, será de gran ayuda. Por el contrario, quitarle trascendencia y sepultarlo en nuestro inconsciente dejará el tema mal cerrado. 

2.-Nuestra mascota, que se ha escapado por nuestra negligencia, se salva de ser atropellada gracias a la pericia de otro conductor.

El descuido (dejar de cuidar) puede atormentarnos y convertirse en un trauma. Nuestra cabeza revivirá una y otra vez ese momento en el que tuvimos, aunque solo fuera por un segundo, un comportamiento irresponsable que podría haber terminado en tragedia. Es frecuente que estos temas se revivan una y otra vez en forma de pesadillas.

La ayuda de un especialista -psicólogo/a- puede ser crucial porque permitirá que trabajemos con ese material traumático de forma constructiva. Aprendamos de cualquier enseñanza que la vida nos ponga delante ya que mientras sigamos en este plano no tenemos nada mejor que hacer. 

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