Y tú, ¿cómo estás? Afina tu brújula emocional. Ejercicio de meditación en 5 etapas.
Nos pasamos gran parte del día preguntándoselo a nuestros vecinos cuando salimos por la mañana de casa, al conocido que se cruza con nosotros en el metro que nos lleva a la oficina, al conserje del edificio, al panadero: “¿Qué tal (estás)?”. Y tú, ¿te lo has preguntado ya hoy a ti mismo? Y si lo has hecho, aunque sea en este momento, ¿te has tomado el tiempo necesario para ser sincero en la respuesta?
La tradición alquímica y esotérica de la Edad Media, pero mucho antes en la Grecia de los primeros filósofos, con Empédocles a la cabeza, sostenían que nos componemos de cuatro elementos fundamentales: aire, fuego, tierra y agua. Esta teoría, más que refutada por la ciencia, viene a ser un complemento de ésta, puesto que todos somos un Todo donde caben todos los elementos, partiendo de la base de que, si se dio lugar el Big Bang, la Totalidad estuvo contenida en un punto a partir del cual se dio origen a lo demás: tu cuerpo y las estrellas están hechos del mismo material.
Si bien es cierto que no podemos pensar que un sistema tan reduccionista de lo físico sea del todo cierto, aunque contenga parte de verdad, podemos pensar que quizá esos cuatro elementos alquímicos hagan referencia a cuatro tipos de energía distintas en nosotros: el aire, simbolizaría la palabra, el intelecto, la energía mental. El fuego, símbolo del deseo por excelencia, es el motor que nos empuja a crear, nos impulsar en nuestra creatividad y despierta nuestro apetito sexual. La tierra, el elemento más tangible de los tres, la pura materialidad, sería nuestro cuerpo en sí. Y elagua, lo emocional, nuestro temperamento y sentimientos más genuinos. Este será el elemento del que nos ocuparemos hoy.
Es interesante comprobar como, aunque tratemos de dejarlo de lado o no darle la importancia que merece, pasamos la mayor parte del tiempo desconectados de nuestro elemento agua, dando más importancia a lo material, sea casa, trabajo o coche, que a lo que sentimos y merecernos darnos en este sentido. Pero en cuanto nos desnudamos un poco y no tememos rasgar el doliente velo tejido por incontables heridas que hemos levantado en nuestro pecho, vemos que no es así. Tras algunos años como consultor y terapeuta, en cuanto el consultante se entrega y confía, los problemas que de verdad le atenazan son de índole emocional, por mucho que escuchemos, hasta la suciedad, la palabra crisis cada día. Y el agua conecta estupendamente con la tierra, que es el cuerpo. Posturas encorvadas, síntoma claro de no poder más con el peso, sea de la naturaleza que sea, que la persona arrastra. Hombros caídos, que revelan una posición de sometimiento y de impotencia, pechos hundidos, que no hacen si no ocultar aún más los sentimientos al mundo…
Tal es así, que el dios y arquetipo que representa a la perfección lo emocional es Poseídon, deidad marina, que entraba en continua competición con su hermano Zeus, representante del aire, la razón y el orden supremo, aun sabiendo que nada tenía que ganar contra éste último, puesto que era el rey de todas las divinidades (es absurdo dejarse llevar por una emoción loca, que puede ser la semilla de una nada saludable ira, puesto que siempre habrá un orden que respetar y que permanecerá inalterable a pesar nuestra cólera). Pero el posteriormente llamado Neptuno por los romanos era también el dios de un fenómeno telúrico ante el cual los hombres nos sentimos completamente desarmados: los terremotos, y he aquí que entra de nuevo en juego el elemento tierra. Dos caras de una misma moneda: cuando nuestro centro emocional no marcha porque no lo hacemos fluir, nos guardamos constantemente secretos que nos evenenan o nos dejamos airar con facilidad, nuestro cuerpo se sacude y retuerce, no haciendo preveer nada bueno para nuestra salud, concepto integral donde por supuesto entran el resto de energías: aire y fuego.
Entonces ahora te pregunto: y tú ¿cómo estás?. Ahora mismo, en este preciso instante que tus ojos se deslizan por esta pantalla…¿cómo estás?. ¿Hay agua estancada, es un débil riachuelo el que fluye, es todo un mar con salvajes olas que se baten contra la orilla…se prevee algún terremoto?
Guárdate un lugar en la casa, o un tiempo al día, y reconcíliate contigo mismo, después de haberte preguntado por tu estado a ti mismo. Quizá el rato por el que estés pasando no esté siendo tan malo después de todo (el mejor momento de nuestra vida comenzó cuando nacimos), es probable que tan sólo no estés atento. Reconsidéralo (la etimología de esta palabra, reconsiderare, viene de sidus, sideris, estrella: trata de ver tus problemas con esta distancia astronómica, a ver qué sucede).
Nos gustaría proponerte hoy un pequeño ejercicio de meditación. Practícalo durante siete días seguidos, para ver cómo te sientes antes de sacar ninguna conclusión precipitada sobre su efectidad, porque damos que fe de que funciona. Lo ideal pasado este tiempo es que siguieras haciéndolo indefinidamente, sobre todo cuando no te encontraras bien contigo mismo, que será, curiosamente, cuando menos desees hacerlo: casi siempre, en los peores momentos, es cuando nos surge esta pulsión sadomasoquista. La meditación se llama metta-bavhana, que traducido sería algo así como “Cultivo de emociones positivas” y parece ser que nació en el siglo V a.C. en la India. Es una de las joyas contemplativas que podemos praticar hoy día. Pero olvídate del origen de esta práctica, comiénzala bajando tus defensas mentales, deja el elemento aire de lado y concéntrate en la copa rebosante de agua que llevas dentro de ti, elimina toda espectativa y comprueba los resultados. Date la oportunidad.
Esta meditación se divide en 5 partes:
Antes que nada, toma una silla en la que tu espalda pueda permanecer recta, es importante mantenerse en un estado de relajación pero alerta de no dormirse. Evita por lo tanto meditar tumbado en el suelo o en la cama. Siéntante con la espalda erguida y las piernas en ángulo recto, apoyado tus manos en los muslos, con los hombros ligeramente caídos. Piensa que has de estar unos 15 minutos, que la posición sea lo suficientemente cómoda como para que no se te hagan eternos. Cierra los ojos y toma unas cuantas respiraciones profundas y tómate tu tiempo para sentir tu peso, con calma. Este es el portal a la meditación: tu cuerpo. Por él entramos y por él salimos de la experiencia. Permanece unos minutos relajándote antes de empezar la primera etapa, y luego trabaja cada una de ellas unos tres o cuatro minutos más. Hay una infinidad de app de meditación gratuitas que podrás descargar para ayudarte y cronometrar cada etapa, sin necesidad de estar pendiente del reloj.
- En esta etapa intentaremos nuevamente preguntarnos cómo estamos y ver qué nos respondemos. Démonos el espacio para ser sinceros con nosotros mismos. Cuando hayan salido los sapos que estuvieran guardados, intentaremos mandarnos mensajes de positividad hacia nosotros, en presente : “Estoy bien, soy feliz, encuentro lo que busco…” o si tenemos mucha facilidad para visualizar, nos imaginamos felices, dichosos, con la relación sentimental que deseemos etc…Te perderás mentalmente con otras asuntos a poco que empieces, es natural y forma parte de la meditación, respira hondo y vuelve contigo.
-
En esta segunda parte, vamos a pensar en un buen amigo, de preferencia alguien de nuestro mismo sexo y que no sea pareja ni nos sintamos atraídos físicamente. Le vamos a desear felicidad, paz y dicha tal y como hicimos con nosotros. Si te pierdes, nuevamente vuelve en ti, respira hondo y sigue.
-
Ahora pensaremos en alguien que nos sea indiferente completamente, que apenas conozcamos o sepamos su nombre: un cajero del supermercado, la vecina nueva, el chico del kiosco etc… Y seguimos con el mismo procedimiento; enviándole lo mejor. Te perderás, no pasa nada, vuelve a tu cuerpo en cuanto te des cuenta.
-
Esta es la parte que requiere más atención, porque has de elegir a alguien con quien hayas tenido un leve conflicto, roce, o simplemente que no te caiga del todo bien. Y sí, has de mandarle toda la positividad tal y como hiciste con las personas anteriores, incluído tú mismo. Es más que probable que te cueste concentrarte, no pasa nada: perservera.
-
En esta última etapa has de visualizarte rodeado de las otras tres personas imaginando que esa energía positiva que has enviado y que de alguna manera has compartido se expande, tanto como puedas: bloque, barrio, ciudad, si puedes país, continente…etc…deseando, en presente, felicidad a todo ser viviente.
Date unos minutos para saborear la experiencia antes de abrir los ojos.
¿Te cuento un secreto?
En realidad en cada una de las cinco etapas te has estado deseando lo mejor a ti mismo precisamente. Imagínate que te hubieras sumergido hasta el pecho en un mar cristalino y miraras a tus pies: lo primero con lo que te encontrarás será con tu rostro reflejado en el agua, que dependiendo de momento en el que te encuentres, te resultará más o menos agradable: es tu primera toma de contacto contigo mismo.
Yendo con la mirada más profundo, en tu pecho reside tu amigo, que es ese aspecto positivo de ti que ves reflejado en el otro, y que tanto te gusta. Un poco más hondo hay una zona desconocida de ti, de tu psique, que permanece oculta y que viene representada por el personaje indiferente: algún día la descubrirás y te sorprenderá, de mismo modo que alguien que pensábamos que no nos fuera a resultar simpático se acaba conviertiendo en un buen amigo, es algo positivo se revela en ti.
Y por último la persona difícil: seamos honestos, lo que nos cuesta reconocer en nosotros mismos nos resulta mucho más fácil endosárselo a los otros: esta persona, aun siendo desagradable, tiene bastante en común contigo, busca lo mismo que tú y quizá sus defectos también pesen en ti. No está demás limpiar y perfumar nuestra sombra y este es el trabajo que realizamos en esta parte de la meditación. Y para finalizar, la parte en la que se expande ese sentimiento no deja de ser un deseo de unión, del tipo que sea, con los demás. Un nuevo y potente Big Bang cuyo centro es tu pecho.
Nuestro deber es ser felices y ser nuestro mejor yo cada día, de lo contrario, nos estaremos amargando la vida no solo a nosotros mismos, sino también a todo el barrio: si cada uno se ocupa de su árbol se hará del mundo un jardín.
Deja que tu agua fluya limpia y cristalina, los ríos siempre albergan más vida que los estanques.
Luis Miguel Andrés es profesor de filosofía y consultor personal
Correo: la_sincronicidad@hotmail.com
Twitter: @_LuuisMigueel_