¿Aceptas plenamente tu condición presente?
Durante un paseo por un paisaje nevado el discípulo pregunta al maestro: “Maestro, los tejados están blancos, ¿cuándo dejarán de estarlo?” El maestro tarda en contestar. Se concentra y al fin le dice con voz áspera: “¡Cuando los tejados están blancos, están blancos; cuando no están blancos, no están blancos!”
Una historia zen contada por Alejandro Jodorowsky. La explica en el siguiente comentario que podemos leer en la sabiduría de los cuentos:
“Lo importante es aceptarse uno mismo. Si mi condición presente me produce malestar es señal de que la rechazo. Entonces, más o menos conscientemente, trato de ser distinto del que soy, en definitiva, no soy yo. Si, por el contrario, acepto plenamente mi estado de este momento, estoy en paz. No me lamento por creer que debería ser más santo, más bello, más puro de lo que soy aquí y ahora. Cuando soy blanco, soy blanco, cuando soy oscuro, soy oscuro, y punto. Ello no impide que trabaje en mí, que trate de ser un instrumento mejor; esta aceptación de uno mismo no limita las aspiraciones, sino que las sustenta. Porque sólo puedo avanzar a partir lo que soy realmente”.
Hola! gracias Alejandro, aceptarnos tal cual somos, implica aceptar a todos los demás tal cual son, y eso (de acuerdo a mi apreciación) sería realizar que todo es bello tal como es, que ¡todo está bien tal cual está!, pero no significa que debemos permanecer inertes, inmóviles, ya que cuando dejamos de fluir como el río, y nos quedamos estancados, comienza nuestra deterioro, nuestra putrefacción.
Gracias por estar y compartir.
Esta enseñanza, la de la aceptación, que aparece muy a menudo y se cimenta casi siempre en algún “maestro” que le da autoridad, es, a pesar de su aparente profundidad, falsa. Esa “aceptación” no existe. La única aceptación posible es la asunción, atrevida, de ser aquello que queremos ser, y NO aceptar la realidad que nuestros sentidos físicos y nuestra razón dictan. “Andamos por fe, y no por vista”. “Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Eso es pensar cuatridimensionalmente.