¿La guerra lo cambió todo?
Primero el hambre y cuatro años después el terror de la bomba atómica. Tenía 14 años, todos los estudiantes trabajábamos en la maquinaria de guerra. Yo, en una fábrica de piezas de aviones a 2,3 km de la capital.
¿Qué recuerda de aquel fatídico día?
Una luz azul lo invadió todo. Me metí debajo de la mesa. El edificio se desplomó y perdí la conciencia. Me despertaron los gritos de la gente pidiendo ayuda.
Nadie conocía las consecuencias de la radiación.
Mi madre estuvo enferma durante diez años y todos los hermanos desarrollamos cáncer. Tuve que trabajar a destajo para pagar los gastos médicos y sacar adelante a mis hermanos. Había días que no comíamos.
Qué duro y difícil todo.
Yo odiaba a EE.UU., a las bombas atómicas y al gobierno de Japón. No sé si fue peor sobrevivir que morir. Sufrí mucho cuando mis hermanos, ya mayores, me dijeron que mi padre había muerto por ir a buscarme.
¿Todavía alberga odio?
Se disipó cuando empecé a dar conferencias sobre mi experiencia como superviviente. En la primera que di en EE.UU. un niño me preguntó: «¿Nos odias?». Le dije que estaba luchando para superarlo. «Perdona», me dijo, y mi odio desapareció.
¿Qué ha entendido del ser humano?
Creo que individualmente las personas son buenas, he podido comprobarlo en mis viajes por todo el mundo, pero en conjunto, la humanidad siempre está sumida en guerras. Es un misterio que no logro entender.
¿Volvió a ver a su amiga?
Sí, pero murió de cáncer, como todos los estudiantes que sobrevivieron. A mi hermano pequeño le queda poco. «Espero aguantar hasta que vuelvas de tu gira», me dijo.
¿Qué piensa de la vida y de la muerte?
No temo a la muerte porque sé que mi padre me está esperando en el otro lado.
¿Ha sido feliz?
Ahora es el momento más feliz de mi vida. Desde niña tuve que cuidar de mis hermanos, luego de los de mi marido, y a él, que murió hace 15 años, y después a mi suegra. Ahora mi única obligación es transmitir el mensaje de la tragedia de la bomba atómica.
Es usted una heroína.
¿Por haber sobrevivido?
Por su capacidad de amar.
He padecido de cáncer de estómago, pero creo que todavía puedo ser útil a la gente, y me siento agradecida de que me escuchen.
Extracto de una entrevista en La Vanguardia