Para abordar el tema de la videncia en poesía, en primer lugar, tendríamos que definir lo que entendemos por videncia y si nos acercamos al diccionario de la lengua castellana encontramos su definición de esta forma:
Videncia:
“Capacidad de pensar y comprender con perspicacia, agudeza e ingenio”.
Sinónimos: clarividencia.
“Facultad o percepción paranormal de percibir realidades visuales que no pueden ver todas las personas o de adivinar el futuro”.
En cuanto a profecía viene definida de la siguiente forma:´
“Predicción que se hace por inspiración divina o sobrenatural”.
Si ahora vamos a la etimología de la palabra vaticinio, precisamente quiere decir “canto del adivino”. Y si nos vamos a la definición de vate, la primera acepción es adivino y la segunda poeta, así como la palabra “carmen”, en latín, significa: “poema, verso”, pero también “ canción, canto, profecía, predicción”.
En mi opinión la videncia o clarividencia no es más que un estado de absoluta claridad mental en el cual podemos traspasar los límites del tiempo lineal.
Accedemos a esa verdad que todos sabemos. Que todos sabemos en el fondo. Llegamos a ese misterioso lugar de la psique, accedemos al inconsciente colectivo.
A ese estado se puede llegar a través de la meditación, el ayuno, la repetición de mantrams, a través de la experimentación con hierbas como la ayahuasca, salvia, el ololiuqui, el colorín o el badoh, que utilizan los chamanes en sus viajes astrales, o a través de hacer despertar la energía de la kundalini residente en el primer chakra, entre otros métodos, pero hay personas que tienen una predisposición natural para llegar a ese estado que podríamos llamar de trance: Un estado de conciencia alterado o una especie de iluminación transitoria. Para los griegos este estado de “inspiración” era otorgado por las musas. “Los poetas, en efecto nos dicen que ellos liban sus versos en fuentes de miel, en ciertos jardines y valles de las musas.” decía Platón.
Este estado alterado de conciencia, de “acceder a otro lugar” lo explica muy bien el poeta polaco Czeslaw Milosz, nacido en 1911 en su poema:
Madurez tardia
Tarde, ya en el umbral de mis noventa años
se abrió la puerta en mí y entré
en la claridad de la mañana.
Sentía cómo se alejaban de mí, como naves,
una tras otra, mis existencias anteriores con sus congojas.
Aparecían, otorgados a mi buril,
países, ciudades, jardines, bahías, para que los describiera
mejor que antaño.
No vivía separado de la gente, el pesar y la piedad
nos unieron y dije: olvidamos que todos somos
hijos del Rey.
Porque venimos de allí donde aún no hay
división entre el Sí y el No, no hay división entre el es,
el será y el ha sido.
Somos infelices porque hacemos uso de menos de
una centésima parte del don que habíamos recibido
para nuestro largo viaje.
Momentos de ayer y de hace siglos: un corte de espada,
un maquillaje de pestañas delante de un espejo de metal
bruñido, un disparo mortal de mosquete, una colisión
de una carabela con un arrecife, se mezclan en nosotros
y esperan su cumplimiento.
Siempre he sabido que seré obrero en la viña,
al igual que todos mis contemporáneos,
conscientes de ello, o inconscientes.
(Versión de Elzbieta Bortkiewicz)
Pienso que tanto el realizar una obra de arte como escribir un poema o incluso un relato, puede hacerse también desde ese estado de conciencia. En mi opinión todo poeta es, de alguna forma, un vidente y todo vidente tiene algo de poeta. Parece como si el vidente y el poeta compartieran el sentimiento de llegar a “lo que ya se sabe”.
“Los dioses perciben cosas del futuro;
la gente común, cosas del presente, pero
los sabios perciben cosas a punto de ocurrir.
Los mortales saben lo que está ocurriendo ahora;
los dioses saben lo que contiene el futuro
porque solo ellos están totalmente ilustrados.
Los sabios están enterados de cosas futuras,
a punto de ocurrir.
Así nos explicaríamos por ejemplo como muchos poetas pudieron predecir su propia muerte:
César Vallejo lo hizo en el poema:
Piedra Negra sobre una piedra blanca
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
me moriré en París – y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y como hoy me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo…
César Vallejo falleció en París un día lluvioso día de Jueves Santo. Concretamente el 15 de abril de 1938. (El poema fue escrito entre 1931 y 1937).
Otro de los poetas que predijo como sería su muerte fue el griego Nikos Kavadias: Este poema pertenece a su último poemario De Través, publicado poco antes de su muerte.
MAL DU DÊPART
Seré siempre un ideal e indigno amante
De los viajes lejanos y los azules mares
Y moriré una noche como todas las noches
Sin surcar la borrosa línea de los horizontes…
Y yo que tanto deseé un día ser sepultado
En algún mar profundo de las lejanas Indias
Tendré una muerte común y muy triste,
Y un funeral como el de tantos otros.
Kavadías muere súbitamente de un infarto en su estudio en el Puerto de El Pireo (Atenas) el 10 de Febrero de 1975.
En el bolsillo de un gabán de Antonio Machado se encontró el poema: Retrato, cuyas últimas estrofas dicen:
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje
casi desnudo como los hijos de la mar.
Don Antonio falleció el 22 de Febrero de 1939 en un pequeño hotel paredaño con un pequeño río a punto de desembocar en el mar, “casi desnudo” y «ligero de equipaje», apenas a medio kilómetro de la frontera quedaron sus maletas. Y casi desnudo, sin nada en los bolsillos, salvo una caja con un poco de tierra de su tierra, en Collioure un pueblo de pescadores, (de hijos de la mar).
Por otro lado, en un poema de su libro La Barcarola, escrito en 1965, Pablo Neruda predice también su muerte y la tragedia de Chile en 1973
La sensibilidad ilimitada de Federico García Lorca, le permitió predecir su propio fusilamiento que ocurrió el 18 de Agosto de 1936, al lado de tres personas más, junto a un olivo cerca de la “Fuente de las lágrimas” en el lugar que une las localidades de Viznar y Alfacar. Los restos del poeta después de varias excavaciones y testimonios de vecinos y enterradores no fueron encontrados:
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron…
Fragmento de Fábila y Rueda para tres amigos. (Poeta en Nueva York)
La palabra médium etimológicamente procede del francés “médium” y a su vez del latín “medium” que quiere decir medio o centro. Un médium es pues aquel que se encuentra entre dos realidades o dos mundos diferentes y puede hacer de “mediador”, de puente, entre ellos.
Amado Nervo lo comenta en su poema: Mediumnidad:
Si mis rimas fuesen bellas,
enorgullecerme de ellas
no está bien,
pues nunca mías han sido.
En realidad, al oído,
me las dicta…no sé quién…
Esta concepción del poeta como médium la comparte igualmente Mallarmé para quien el poeta no era aquel que nombraba y describía al mundo, sino un intermediario entre los secretos del universo y el resto de los hombres o por supuesto Rimbaud, que en sus dos cartas, escritas en mayo de 1871, una a su ex-profesor Georges Izambart y otra dirigida al poeta Paul Demeny, concretamente dice: «Digo que hay que ser vidente, hacerse vidente. El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos«. Rimbaud señalaba como videntes a los primeros románticos y opinaba que “fueron videntes sin darse demasiada cuenta de ello”.
Muchos de sus poemas tienen connotaciones proféticas, pero sin ir más lejos así se anticipó en 1871 a la lucha por la igualdad de las mujeres: La mujer ha estado prisionera en una infinita servidumbre y cuando viva por ella y para ella cuando el hombre -hasta ahora abominable- le haya devuelto lo suyo ella será también poeta y encontrará lo desconocido. Recordemos que en 1791, Olimpia de Gouges había sido guillotinada a causa de su Declaración de los Derechos de la Mujer y la ciudadana, por el gobierno de Robespierre. No será hasta 1949 que aparezca Simón de Beauvoir con su Segundo sexo.
El poeta catalán Josep Palau i Fabré nacido en Barcelona en 1917 nos dice: “el poeta es un médium, es decir un instrumento o caja de resonancia a través del cual los cataclismos, las convulsiones, los sentimientos, las imágenes se manifiestan. El poeta tiene el privilegio y la carga de poder expresar lo que es patrimonio común.”
Citaré también a la poeta e investigadora argentina Graciela Maturo, (1928) que en su obra: La poesía, un pensamiento auroral, opina que “el poeta es mucho más que un artífice de rimas y metáforas. Su condición, si es practicada con hondura, participa de las funciones del místico, el metafísico, el visionario y, por qué no, del sacerdote. El poeta, a veces sin proponérselo, oficia de heraldo de realidades diferentes de las que perciben la razón lógica y el mundo material. El poeta percibe el misterio, se abre a él y lo comunica”
Gioconda Belli. La escritora nicaragüense, nacida en 1948, se expresó así en una entrevista concedida en septiembre de 2015 al periodista José Díaz: “La poesía es algo que me sucede… en poesía soy un médium de una magia superior a mi”.
Ahora paso a señalar, dos poemas más que resultaron premonitorios citaré uno de Rafael Alberti escrito en el año 1982 después de visitar las Torres Gemelas de Nueva York. Una descripción casi literal de lo ocurrido 19 años después del atentado terrorista del 11/09/2001. El lenguaje que emplea Alberti refleja bastante el caos y la confusión que se originó con este hecho terrible.
Aquí no baja el viento,
se queda aquí en las torres,
en las largas alturas,
que un día caerán,
batidas, arrasadas de su propia ufanía.
Desplómate, ciudad, de hombros terribles,
cae desde ti misma.
Qué balumba
de ventanas cerradas,
de cristales, de plásticos,
de vencidas, dobladas estructuras.
Entonces entrará,
podrá bajar el viento
hasta el nivel del fondo
y desde entonces ya no existirá
más arriba ni abajo.
Y el otro sería el poema La Aurora de Federico García Lorca escrito en 1929 dentro de su poemario Poeta en Nueva York.
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Los ataques a la Torres Gemelas también habían sido anunciados por la vidente búlgara Vangelia Gushterova, una de las grandes videntes del silgo XX.
Muchos creen que el siguiente verso del primer libro de su obra Nostradamus se refiere igualmente al atentado de Nueva York, el 11 de setiembre. El río rojo se referiría a la sangre de inocentes derramada. «Fuego del centro de la tierra hará temblar los alrededores de la Ciudad Nueva. Dos grandes rocas largo tiempo harán guerra, luego Aretusa enrojecerá un nuevo río», profetizó Nostradamus ya en el primer libro de su obra.
Se dice que la historia de América comienza con unos versos de Séneca que pertenecen al coro de la tragedia de Medea:
Años vendrán en el transcurso de los tiempos
en los cuales el Océano aflojará los lazos de las cosas
y aparecerá el mundo en toda su grandeza.
Tetis descubrirá nuevos orbes
y ya no será Tule la última tierra.
Por otro lado, en el canto primero de la Segunda parte de la Divina Comedia aparece un pequeño poema que parece estar describiendo perfectamente la constelación de la Cruz del Sur. La Divina Comedia se supone que fue escrita entre 1303 y 1307, sin embargo, la identificación de la constelación de la Cruz del Sur, no ocurrió sino hasta 1589, cuando el astrónomo holandés Petrius Plancius (1552 – 1622) colaboró con el cartógrafo Jacob Floris van Langren en la realización de un globo celeste que la mostraba, por primera vez.
En cuanto Virgilio en la famosa égloga IV, anuncia la llegada de un niño que traerá una nueva edad dorada a Roma. Parece preconizar el nacimiento de Cristo.
Pero sin duda, uno de los poetas proféticos más relevantes es por encima de todo Uri Tzvi Grinberg que en sus poemas. Profetizó el Holocausto,o como él prefirió llamarlo, la destrucción de las comunidades judías en Europa. Profetizó el resurgimiento de la soberanía judía en Israel que él denominó la llegada del Mesías. Profetizó el surgimiento de una generación revolucionaria y combatiente, y por último profetizó la liquidación del Imperio Británico bajo cuyo dominio estaba la Tierra de Israel.
Otra forma de “visión” en poesía es la practicada por William Blake, (1757-1827) lo «profético» no significa para Blake una anticipación de hechos futuros por inspiración divina, sino una capacidad para recibir una serie de visiones que le habrían sido reveladas por agentes superiores. Esta gran intensidad visionaria de William Blake se refleja tanto en su obra poética como pictórica. Precisamente en Blake se inspira el poeta libanés Gibran Kahlil para escribir su obra maestra : El Profeta publicada en 1896.
Sería innumerable la lista de vaticinios escritos por poetas de todas las épocas y de todo el mundo. Sólo he querido reflejar una parte de este hecho cuanto menos impactante y significativo.
Y para cerrar concluyo con un hermoso poema de Juan Ramón Jiménez:
El viaje definitivo
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…
Corazón en el viento (Poemas agrestes 1910-1911)