El ser humano es ignorante de sus raíces. Y es el papel de la educación, del arte, de la cultura es iluminar nuestro origen, porque si no sabemos de dónde venimos no sabremos a dónde vamos.
No somos de una pieza, somos seres paradójicos: lo que yo detesto en el mundo suele ser una parte mía que no he resuelto y no quiero ver; el reconocimiento de esa contradicción es un reconocimiento del otro.
Suele estar en un ángulo muerto. ¿Hay algún retrovisor que nos permita verla?
Sí, la memoria es un retrovisor, y sobre todo los sueños. En los sueños nada se olvida.
Pero no recordamos los sueños.
Y cuando los recordamos no los comprendemos, necesitamos ayuda para interpretarlos. Hay una frase de Baudelaire que me toca profundamente: “Yo tengo más recuerdos que si tuviera mil años”. Lo tenemos todo en nosotros, pero lo hemos olvidado para reencontrarlo.
¿Tiene algún remedio?
Sí, un cuaderno de sueños: cada mañana al despertar pones la fecha y lo anotas, tal cual, en bruto y en tiempo presente, sin comentarios.
¿Y si no lo recuerdas?
Escribes: “No recuerdo de sueños”, porque el inconsciente recibe la información de que te interesas por él y en 21 días los primeros sueños empiezan a rememorarse. Es un método poderoso para conocerse y estar más en paz.
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Extracto de una entrevista con Georges Colleuil, filósofo, psicólogo y lingüista, treinta años investigando los símbolos.
Fuente: La Vanguardia