Un chiste y una reflexión sobre el conocimiento de la pareja
A veces, cada miembro de la pareja percibe, recuerda y proyecta una imagen caduca del otro y con ella se relaciona; digamos que esa imagen no se renueva de acuerdo con sus mutaciones. Hay parejas de completos desconocidos durmiendo en el mismo colchón.
Nuestra amiga y colaboradora Montserrat Tubau un día nos contó un chiste:
«Una pareja que llevaban ya un montón de años casados van un día a comer a casa de unos amigos. Les habían preparado un delicioso pollo al horno, a la hora de servir, los anfitriones preguntan a los invitados si prefieren muslo o pechuga… Casi al unísono, la señora pide muslo y su marido, pechuga. Al oírse mutuamente, se miran el uno al otro con cara de sorpresa, y él exclama “¿musloooo? pero si a ti te gusta la pechuga, siempre la comes”. Ella lo mira atónita y le dice: “¿y porqué pides pechuga si tú siempre has preferido el muslo?”. Él le dice: “Bueno, yo comía muslo porque pensaba que a ti te gustaba la pechuga” y ella le contesta “pues yo comía la pechuga para que tú pudieras comer el muslo creyendo que era tu preferido”. Se habían pasado más de media vida sin comer la parte del pollo que deseaban bajo la falsa convicción de estar haciendo un favor al otro.
Desmitificar la creencia de que los miembros de una pareja se conocen completamente ayudaría a estar abierto a “ver” de verdad al otro y a asimilar sus transformaciones, y evitaría caer en la tentación de adivinar sus pensamientos y sus intenciones.
Extracto del libro “Parejas sin fin. La pareja como terapia”
Imagen: Ilustración de Delia Panpahoy