Como dijo Walt Whitman “Yo soy inmenso, contengo multitudes”.
Desde el punto de vista psicológico, podemos explicar el funcionamiento de nuestro mundo interior valiéndonos de un modelo en el que se distinguen subpersonalidades o “yos internos” que, como los músicos de una orquesta intervienen en una pieza musical, piensan, actúan y sienten cada instante de nuestra vida, interviniendo en nuestro estar en el mundo. Al igual que una orquesta sin director desafina, nuestros “yos” internos sin la intervención de la conciencia que les de entrada o los silencie, pueden provocar un desconcierto que nos aleje de la experiencia vivida en armonía, una vida genuina, evolutiva y constructiva.
Uno de estos “yos” es nuestro niño interior, ese que nos acompañará toda la vida tengamos la edad que tengamos. Lo integraremos, lo reconoceremos, vamos a escucharlo, a amarlo y a complacerlo. Procuraremos darle (darnos a nosotros mismos) todo lo que le faltó en el pasado. Lo único que no dejaremos es que esa parte de nosotros se haga con el control de la orquesta. Es nuestra parte adulta la que, dirigida por la batuta de nuestra conciencia nos ayudará a alcanzar nuestros sueños, lograr el mayor tiempo posible la calma y la salud, vivir plenamente las relaciones y afrontar los retos de cada día con aceptación, sabiduría y seguridad.
¿Qué parte de ti dirige tu vida aquí y ahora? ¿Cuál de ellas toma las decisiones importantes?
Si a la mayoría de las siguientes preguntas tu respuesta es “Sí”, ¡enhorabuena, parece que el niño se integró y tu adulto te ayuda a vivir más plenamente el presente! Si en tus respuestas abundan los “nos”, comienza a trabajar tu niño interior, ello te permitirá seguir creciendo y viviendo tan en armonía como te mereces:
1.-Gano suficiente dinero para vivir sin depender de otras personas ni de ayudas estatales.
2.-Dejo de pedir que me demuestren atención, amor, aprobación y valoración.
3.-No repito patrones de relación y de comportamiento heredados o aprendidos que van en contra de mis finalidades presentes.
4.-Dejo de reaccionar por impulso, con agresividad, con quejas o críticas destructivas, ante los reveses de otras personas o de las circunstancias de la vida; después de apropiarme de la emoción sentida por lo sucedido, reflexiono y respondo con actitud de aceptación, o con una búsqueda proactiva de soluciones.
5.-Honro a mis padres y los acepto como son sin exigirles que cambien. Veo a cada uno de ellos como la persona que hizo lo que pudo conmigo desde su nivel de conciencia, su experiencia y la información que tenía en ese momento. Les agradezco haberme dado la vida, ser ellos el canal para que yo llegara a este mundo.
3 Comentarios
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¿Cómo se honra a padres a los que haces una confrontación y rechazan una reparación?
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Autor
Es muy duro eso, Yorch. Pero creo que mientras no se esté en paz con los padres, no se está en paz con uno mismo y eso impide seguir creciendo. En los casos extremos de padres bárbaros, se puede cortar con ellos, o al menos dejarles de pedir. Por nuestro bien, se honra y se perdona a los padres interiorizados, los que habitarán dentro de nosotros por siempre.
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yo no gano lo suficiente T_T