Te propongo este ejercicio: Ponle un nombre a tu Ser esencial, lo más sublime que puedas.

Te propongo este ejercicio: Ponle un nombre a tu Ser esencial, lo más sublime que puedas.
 Y luego bautiza tus cuatro egos con nombres ridículos. Al intelecto, yo lo llamé durante mucho tiempo: “Don Navaja, el Inquisidor castrador” . Una amiga mexicana, de carácter muy colérico, le llamo a su centro emocional “La generala Doña Pancha Villa”… No te doy más ejemplos para que apliques libremente tu imaginación creativa. Cuando hayas bautizado a tus egos intelectual, emocional, sexual y corporal, te darás cuentas que tienes muchos otros sub-egos, tales como el egoísta,  la maniática, el acomplejado, la tímida, el glotón, etc. Bautízalos a todos. Este ejercicio te hará progresar porque podrás, de manera objetiva, identificar esas desviaciones y sufrir mucho menos diciéndote , cada vez que alguna  de ellas te posea “¡Este no soy yo!¡Esta no soy yo!”.
Alejandro Jodorowsky en Cabaret Místico

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