
Cada noche nuestra conciencia recibe contenidos provenientes de aquella videoteca que llamamos inconsciente. Los sueños nos escenifican evidenciando nuestras pautas internas y cómo, a partir de ellas, nos experimentamos a nosotros mismos y a nuestro entorno.
La visionaria psiquiatra, discípula de C.G. Jung, Lola Hoffman se refería al inconsciente como una importante clave para la vida y el motor del desarrollo del ser humano. Cada sueño actúa como un mapa que nos puede ayudar a recorrer los laberintos de nuestra existencia hasta conducirnos al centro de nuestro ser. También nos proporciona material para abordar creativamente nuestros conflictos al mismo tiempo que nos ayuda a desarrollar nuevos puntos de vista. Ciertos sueños son claros y simples dirigiéndose directamente al hueso otros resultan alambicados y barrocos, pero todos, en mayor o en menor medida, nos invitan a desarrollar la capacidad de comunicarnos en la lengua propia del inconsciente: la metáfora, el símbolo, la analogía.
Lo primero que debemos conseguir para beneficiarnos de los sueños es recordarlos. Por la noche, antes de dormir, deja sobre el velador un aparato grabador o, en su defecto, una libreta y un lápiz destinados a este fin. Cuando apagues la luz dirás en voz alta: “Al despertar recordaré fácilmente todo lo que esta noche soñaré” y te entregas al sueño. Al día siguiente, cuando abras los ojos, lo primero que debes hacer es registrar tu sueño sin analizarlo. Intenta recordar la mayor cantidad de detalles y sensaciones. Si no logras recordarlo sigue practicando cada noche. Si ya lo has conseguido puedes pasar a la segunda parte de este ejercicio.
Extrae del registro de tu sueño cada uno de los elementos que allí aparecen y anótalos en otro papel. Por ejemplo, si soñaste que estabas en una playa y de pronto surgieron dos grandes alas de tu espalda que te permitieron volar sobre Metrópolis junto a Superman copiarás las palabras: PLAYA, ALAS, METRÓPOLIS, SUPERMAN. Transcribe además las acciones que llevas a cabo en tu sueño. En este ejemplo sería VOLAR. Después, junto a cada una de esas palabras anota lo que para ti significan en la vigilia. Las alas, por ejemplo, pueden representar la libertad y la posibilidad de elevarte para sobreponerte a algo y/o adquirir una perspectiva más amplia, pero si cuando niño fuiste atacado por una gaviota y recuerdas con angustia el batir de sus alas sobre tu cara este elemento tendrá para ti un significado muy distinto.
En la tercera parte de este ejercicio intenta captar el mensaje de tu sueño al leer y asimilar los significados que le asignaste a todas las piezas que integran el material onírico con el que estás trabajando.
La cuarta parte es para aquellos que se sientan atraídos por el Tarot. Con el fin de explicar este proceso voy a recurrir a un simple, pero revelador sueño que tuve en un momento crucial de mi vida hace ya bastantes años.
Estoy conduciendo un automóvil por una carretera cuando de pronto se detiene el motor. Sin poder explicar lo sucedido y con la intención de continuar intento echarlo a andar nuevamente. En eso, para mi sorpresa, mi padre aparece sentado junto a mí, agarra la palanca de cambios y me dice: “Alvaro, recuerda que para continuar debes hacer los cambios”.
Al despertar comprendí que habían ciertos cambios necesarios que yo debía realizar antes de continuar por el camino que en ese momento se abría frente a mí.
Ahora, con el recuerdo de ese sueño barajo los 22 arcanos mayores de un Tarot de Marsella y extraigo tres cartas al azar para armar una frase que refleje la situación. Obtengo: EL CARRO, LA RUEDA DE FORTUNA, LA JUSTICIA. Para que este ejercicio pueda resultar de utilidad tanto a los iniciados en el Tarot como a los que no conocen nada del juego dejaré a un lado los significados profundos que la tradición le atribuye y solo me concentraré en los gestos, las orientaciones, las rimas y las simetrías de sus diseños.
El Carro muestra un vehículo y a su conductor, sin embargo éste no parece conducirlo. No hay riendas, los caballos avanzan en direcciones opuestas y las ruedas están ubicadas de tal manera que continuar parece imposible. La segunda carta, La Rueda de Fortuna, tiene como imagen principal una rueda lo que destaca la idea de movimiento. La tercera carta, La Justicia, tiene una espada con la que puede desprenderse de lo innecesario y una balanza para integrar lo indispensable, es decir, realiza cambios. Si profundizamos en el significado tomando en cuenta la numerología del juego descubriremos que el VII avanza al X, pero el X no avanza al VIII lo cual podría querer decir que el VIII se encuentra bloqueado mostrando, de esta forma, una dificultad para realizar los cambios requeridos.
Como ves se trata de una manera simple de lograr una comunicación con ese aliado que nos envía luces aclaradoras desde la profundidad.
Ahora anímate a intentarlo tú.
¡Buenas noches, duces y reveladores sueños!
Álvaro Santi
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