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Lo que aprendí de Romeo y Julieta

 

“Romeo y Julieta”, obra de William Shakespeare escrita hace más de 400 años, ha trascendido hasta nuestros días, cruzando fronteras y continentes hasta dar la vuelta al mundo, lo cual podría indicar que el ser humano se identifica en algunos aspectos con sus apasionados protagonistas. Valorar un amor “imposible” por encima de la vida parece desproporcionado, propio del exagerado dramatismo teatral, sin embargo, este hecho nos invita a reflexionar sobre la necesidad de reorganizar nuestra jerarquía de valores, ¿situamos la realización de nuestro proyecto de pareja por encima del proyecto que nuestras familias (o nuestra sociedad) se dan la licencia de planear para nosotros?

Cuando nos dicen, “estáis locos de amor, como Romeo y Julieta”, podemos responde que “loco” viene de “locus”, estar en nuestro sitio, y no en el que los demás quieren que estemos; también en el amor.

La certeza de un amor verdadero tiene más fuerza que los obstáculos que se interponen entre los amantes.

La desobediencia a la familia puede salvarte la vida, porque si vives obedeciendo sin ser tú mismo, aunque respires, estás matando tu esencia.

Plano sin fin

Apasionarse Supone Arriesgarse

“Puede que al final vivas una vida cómoda aunque no sigas tus instintos. Pagas tus facturas, cumples con todos los formalismos, y vives una vida de producción y de cumplimientos de acuerdo al manual. Pero ese manual lo escribió otro. Percibes al pequeño que te dice: ‘Puede que esto parezca lo correcto, pero ¿se siente bien? ¿Estás haciendo lo que viniste a hacer aquí?’ Para muchas personas, la respuesta es: ‘¿Cómo sabré cuál es mi heroica misión?’
Encontrarás tu pasión en lo que más te inspire. Y ¿qué significa la palabra “inspirar”? Deriva de las palabras ‘en espíritu’. Cuando estás inspirado, nunca te preguntas acerca de tu propósito. Lo estás viviendo. Para una de mis hijas, se trata de leer cosas acerca de caballos y andar en los establos. Está en el cielo sobre un caballo, o aunque sólo sea limpiando un cobertizo lleno de estiércol. Otra hija mía solo se inspira cuando está cantando, tocando o escribiendo música. Se siente así desde que tenía dos años. Para otra, lo que la hace sentirse alguien con propósito es su trabajo artístico y de diseño. Y para otra, es diseñar páginas de internet y crear programas informáticos para otros. Para mí, es escribir, hablar y producir cosas que ayuden a la gente a tener confianza en sí mismos. Esta ha sido siempre mi pasión, desde que era muy jovencito.
¿Cuál es tu pasión? ¿Qué hace agitarse a tu alma y te hace sentirte en completa armonía con aquello para lo que principalmente viniste? Ten esto por seguro: sea lo que sea, puedes construir tu vida haciéndolo y, simultáneamente, proporcionando a otros un servicio. Te lo garantizo.
La única cosa que puede apartarte de interpretar la música de tu corazón y de marchar al compás único que sientas dentro de ti es el miedo. Según “Un Curso de Milagros”, sólo hay dos emociones básicas: una es el miedo, la otra es el amor. Tal vez temas la desaprobación de los demás. Arriésgate y descubrirás que se recibe más aprobación cuando no la buscas que cuando la buscas. Tal vez sientas temor a lo desconocido. Arriésgate igual. Busca la respuesta, pregúntate: ‘¿Qué es lo peor que puede pasar si esto no funciona?’ La verdad es que es algo superable. No vas a ser condenado a muerte ni torturado si algo sale mal Tal vez tengas miedo al éxito. Tal vez hayas sido inducido a pensar que no eres adecuado o que eres un ser limitado. La única manera de enfrentar esas ridiculeces es perseguir aquello por lo que viniste aquí y dejar que el éxito te atrape, como de seguro lo hará. O tal vez sientas temor al mayor de los fracasos: tal vez temas al fracaso.”

Wayne Dyer