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Dejemos pasar de largo esos venenos que arrastra el viento

¡Cuánto tiempo perdido haciendo caso de las emociones mediocres! Solo somos robots a merced de venenos que el viento traslada de un lado a otro, deteniéndose en una garganta u otra para transformar a seres humanos en bestias enloquecidas por causas que jamás han existido, fuera de las entrañas de esos venenos.

Juan Trigo, en el capítulo DOS de “Vórtices”

Reflexión sobre las emociones

“Puede que crea que lo contrario del amor es el odio. Yo no veo estas dos emociones como opuestas. De hecho, el amor y el odio con fre­cuencia se encuentran muy próximos. Para mí, lo contrario del amor es el miedo.

El amor y el odio son poderosas emociones que pueden darse de manera simultánea. Hay cosas que amamos. Hay cosas que odiamos. ¿Por qué fingir que no es así? Hay momentos en que amamos lo que odiamos y momentos en que odiamos lo que amamos.

Pero cuando uno tiene miedo, no tiene amor. El ego usa el miedo como medio para mantener el amor auténtico fuera de su vida. Cuando el amor no está presente en su vida, usted ha sucumbido ante el ego y permitido que el miedo entre donde el amor reside. Ha permitido que el ego reemplace a Dios.

El amor, como dijo Dostoyevski, es lo más importante de la vida. Constituye la esencia del universo. Es el vínculo que mantiene juntas todas las cosas. Es la sustancia de tu yo superior. «Dios es amor» es una tautología, la frase tiene exactamente el mismo significado cuando se la lee hacia delante o hacia atrás.

El ego intenta mantenerle desconectado de su amorosa esencia divi­na, porque el interés del ego se ha concentrado en el mundo exterior. El ego tiene miedo de morir si usted comienza a desarrollar una relación con la parte interna de sí mismo. Ser capaz de amar a su ego, basado en el miedo, incluso mientras fomenta el miedo —como técnica de supervivencia—, podría constituir uno de los más difíciles retos de su búsqueda espiritual.

Provocar miedo es una táctica del ego, ya sea de su propio ego como del ego del mundo. El ego del mundo es un reflejo del poder del ego individual y de la cantidad de miedo existente. El miedo está pre­sente cuando no sabemos que formamos parte del designio divino de Dios. El ego hace que transmitamos la energía del miedo en lugar de la energía del amor. Y esta energía del amor está presente en todos nosotros durante nuestra breve estancia en el aquí y ahora.

Aprender a gozar de amor auténtico significa abandonar la insis­tencia del ego de que tiene mucho que temer y de que nos encontra­mos en un mundo hostil. Para aprenderlo primero hay que examinar su reticencia a abrazar el amor.”

Wayne Dyer, en “Tus zonas sagradas”