Abundancia y prosperidad: Claves para vivir plenamente. Artículo de Luis Miguel Andrés.
La semana pasada proponíamos una serie de consejos sobre cómo gestionar una carga excesiva de mala suerte que nos impedía, de alguna manera, conectarnos con lo que somos: seres únicos, irrepetibles e infinitos con la capacidad de comenzar eternamente de cero y sobre todo, responsables siempre de nosotr@s mism@s. Esos ejercicios en realidad eran una serie de indicaciones para comenzar un proceso de cultivo en el sentido más radical: primero desprendiéndonos de los fardos pesados de mala fortuna que, como ya vimos, de manera inconsciente decidimos llevar a cuestas para luego poder comenzar a labrar nuestro siempre fértil terreno personal. Después de trabajar la tierra viene la siembra y según la dedicación y atención que le hayamos dedicados la cosecha nos corresponderá, y es aquí donde entramos en el terreno de la abundancia y la prosperidad.
Antes que nada ¿cómo podemos definir estos dos conceptos de modo que nos resulten útiles en nuestro viaje? Podríamos definir la abundancia como la capacidad potencial y siempre latente de producir y obtener beneficios, sean bienes, trabajo o dinero pero también relaciones personales y afectivas. La prosperidad podría ser la capacidad sostenida durante un periodo determinado de la abundacia: lapsos más o menos largos en el tiempo de bonanza del tipo que sea, como las famosas 7 vacas gordas y 7 flacas que José interpretó en el Antiguo Testamento al Faraón como sucesión de siete años buenos y siete nefastos para su pueblo (recordemos que todo es cíclico, ahí ya no entra nuestra voluntad más que para interpretar lo que nos sucede: seamos honestos, hasta donde podamos, hagamos; el resto ya no depende de nosotros). Y las dos hay que trabajarlas, pero vayamos aún más allá. Fíjate bien: la abundancia y la prosperidad son las cualidades fundamentales de la Vida; sucesión de muertes, tragedias y guerras, y la respuesta más elevada del género humano es producir más vida, cada niño nacido es la demostración más clara y decisiva de que todo sigue adelante. O una fina mata de hierba que crece entre cementos, adoquines y tráfico en medio de la calle en el único centímetro de tierra apenas perceptible: un puro milagro. Basta de noticias que nos envenan diciéndonos que nada es posible, que nada nos queda, que el paro aumenta y que solo pretenden inculcarnos que, o bien estás desempleado y el panorama que te espera es bastante desolador o bien que si trabajas, te apretes los machos porque la espada de Damocles del despido pende sobre ti. Y luego cerca de diez minutos de anuncios de coches caros, relojes y vacaciones de lujo y perfumes exclusivos. El mensaje es claro: eres un desgraciad@ pero mientras compra y olvídate de tu situación. Si no puedes, pide un crédito y si ni eso puedes, disfruta de la úlcera que te produce ser un paria que nada tiene, queriendo ser lo que no eres. No te lo creas o serás uno más en el rebaño. La respuesta más sensata pasa siempre por apagar la televisión para que esa negatividad no nos empape.
Insisitimos en que la abundacia es el terreno de las posibilidades casi ilimitadas que cada un@ cultiva, donde todo es potencialmente posible. Es el agua que envuelve al pez, nada en ella, quizá sin percibirla, pero gracias a ella se sostiene en vida. El dinero es un aspecto reducido y limitado pero necesario de la abundacia. Tampoco conviene obcecarse tontamente con él, antes mejor preguntémonos cómo producirlo con placer, haciendo lo que nos gusta ¿Qué pasaría si el pez se quejara de no tener granizo cerca de él, se lamentara de no poder contemplar las nubes o de no poder saber qué es el vapor de agua de un géiser, todo ellos transformaciones del mismo elemento que lo rodea? Que estaría perdiéndose en los detalles mientras un basto océano lo acoge. Así nos puede pasar bastante a menudo. Hay oportunidades para dedicarse a lo que nos reporta placer, es decir, con nuestra vocación. He aquí algunos consejos para centrar un poco más el objetivo material de nuestra vida:
Reconcíliate con tu don, con tu verdadera vocación: está bastante relacionado con lo que te gustaba hacer de pequeñ@. Recuérdala porque la sigues teniendo. Tan sólo despréndete de todas las prohibiciones que te cayeron encima y que se han convertido en un capa de olvido «Para esto no vales», «siendo pintor te morirás de hambre», «si no sigues la tradición de la familia no te querremos». La pasión de un banquero puede ser la de trabajar de peluquero, la de una maestra de inglés ser actriz y la de un mecánico ser cocinero. Da lo mismo, buenas noticias: hay peluqueros y cocineros que se han hecho ricos con su trabajo. Nadie puede generar dinero desde cero haciendo lo que odia, sino lo que ama. Lo contrario es producir pan envenenado.
Una vez la hayas re-descubierto, trabaja en ella al menos dos o tres horas a la semana. Por trabajar nos referimos a seguir cultivándola. Los masones hablaban de dos tipos de trabajo: el trabajo profano, el que hacemos por obligación y pura rutina, que tal vez aborrezcamos pero que necesitamos porque es nuestro único sustento y el trabajo sagrado, aquel con el que simplemente brillamos y el reloj no existe ¿vas viendo cada vez más claro el tuyo?. Utiliza parte de tu dinero profano para financiar tus clases, proyectos e ideas de tu trabajo sagrado. Poco a poco, esas dos o tres horas serán más y comenzarás incluso a apreciar más tu trabajo rutinario por lo que ahora te reporta.Y tu serás feliz porque lo que haces se parecerá cada vez más a ti.
No es necesario haber estudiado nada para dedicarte a lo que te gusta: Bill Gates, Amancio Ortega o Mark Zuckeberg, multimillonario gracias a Facebook, no tenían ningún título universitario cuando empezaron a ganar sus buenos primeros millones. Nuevamente el flujo de lo que te gusta, una especie de conocimiento en bruto que ya está en ti, te empujará y te llevará de la mano. No te lamentes si careces de título que te acredite: Dalí fue expulsado de la escuela de dibujo porque afirmó en voz alta que no había tribunal competente para calificarle con notas su obra. Cree en ti.
Si decides querer trabajar para un tercero y sueñas con ganar 2000 euros mensuales sé adulto: tendrás que por lo menos producir 3500 euros para serle rentable a quien te contrate. Nuevamente busca en lo que eres hábil para ser capaz de producir esa cantidad. Tampoco creas que la lotería puede solucionar nada. El dinero, como toda energía, se genera y fluye. ¿Qué tal sería recibir una descarga súbita de 2000W? ¿Y ganar 200 millones de euros sin comerlo ni beberlo?¿En realidad podríamos decir que la euforia que sentiríamos sería sinónimo de felicidad o tal vez se potenciaría tanto lo bueno como lo malo que tenemos dentro de cada uno? Difícil saber hasta que nos toque. De momento es más sensato buscar de qué manera me siento útil generando dinero.
«El trabajo dignifica»: mentira. Si tú dedicación es sincera, agradecida y tú te sientes digno con lo que haces, tu labor también lo será. Al revés nunca, no te creas esa cantinela protestante. Lo que requiere un mayor esfuerzo es siempre comenzar. No proponemos que abandones todo de repente, pero recuerda el concepto de trabajo sagrado y profano. Allana el camino al primero y esa energía que le dedicarás y que en un principio será un tímido arroyo, se llegará a convertir en todo un caudal que libere tu verdadero potencial. Nadie comienza corriendo una maratón de un día para otro ni leyendo El Quijote cuando se aprende todo el abecedario. Paciencia y constancia, que lo que tenga que ser, ya está siendo.
Paga siempre que puedas en metálico y olvida la tarjeta. Entra en contacto con el dinero, tenlo por casa tanto como puedas, lleva encima siempre suficiente y convive con ese símbolo que quieres generar. Antes se pagaba con sal, oro u otros metales preciosos, ahora lo hacemos con papel. Pura representación de lo virtual. Aún así, tócalo, siéntelo y tenlo presente. Si has heredado un concepto del dinero como algo sucio o indigno, que cuesta siempre sudor y dolor conseguir, aprende a amarlo de nuevo, si no, no podrás generarlo con placer. El dinero no es ni bueno ni malo, sólo el uso que hagamos de él, y ante todo, cómo lo generemos, merecen esos adjetivos.
Quisiéramos finalizar citando un proverbio de la tradición tántrica hindú que dice: «Los dioses aman lo secreto». Comienza discretamente y sin decirle nada a nadie, poco a poco, labra tu camino. Cuando algo se gesta es cuando más cuidado y amor hay que dedicarle. Que no intervengan las opiniones de los demás, presos y a la vez altavoces de cualquier nocivo telediario. Y recuerda que no venimos aquí a «ganarnos la vida»: ese es el más preciado trofeo con el que contamos desde que nacemos, cuando la Vida ya nos ganó a nosotros.
Luis Miguel Andrés es profesor de filosofía y consultor personal
Correo: la_sincronicidad@hotmail.com
Twitter: @_LuuisMigueel_