¿Para qué haces lo que haces? ¿por qué no haces lo que no haces?
Responder a estas preguntas requiere consciencia: detenerte, reflexionar, escuchar atentamente lo que dice tu voz interior sincera y tu cuerpo que como dice Alice Miller, nunca miente.
Al otro lado de la consciencia están los automatismos, los patrones repetitivos tomando el control de las microdecisiones de cada día.
Pudiera ser que si falta consciencia y hay exceso de patrones negativos al respecto de un asunto, tu sistema interno cree estrategias para equilibrar a favor del bienestar, la satisfacción, la salud, la seguridad, etc. ¿Y si una de esas estrategias fuesen algunos de nuestros sueños? Por medio de ciertas experiencias oníricas, el sistema nos muestra (de forma surrealista, eso sí) un mensaje de la consciencia, un episodio irreverente que se salta las barreras de nuestras rígidas programaciones.
Cerraré este pequeño texto con un ejemplo ilustrativo tomado de una amiga: ¿Y si el hábito de comer sin control, en exceso, sin poner consciencia en los alimentos ni en sus cantidades, se asociase a soñar con tatuarse imágenes de policías en los michelines? Pudiera ser.