Sólo tendrás sensación de crecer y mejorar cuando construyes algo más grande que tu propio ego.

Sólo tendrás sensación de crecer y mejorar cuando construyes algo más grande que tu propio ego.

Descubrí que crecer no es dominar el mundo, sino mejorarlo. Y esa práctica espiritual me sirvió para tomar decisiones, porque ya tenía argumentos: me los había trabajado.

Eso no se enseña en los negocios.

Porque en el mundo de la empresa no gusta la palabra espiritualidad. Se ve como demasiado vaga, ambiciosa, blanda…No se puede cuantificar. Y en el capitalismo, lo que no se puede medir no existe, porque tampoco se puede comprar ni vender ni exhibir.

Tampoco es fácil definir espiritualidad.

Y sin embargo, todo buen líder sabe que una empresa no es sus máquinas ni su capital ni sus edificios: es el talento de quienes trabajan juntos en ella. Y ese talento no se puede medir ni incluir en una hoja de cálculo, pero es todo su presente y futuro. No se puede contar, pero cuenta.
En cambio suelen reducirnos a cifras.

 

La misión de una empresa es ganar más dinero: para eso, casi que sirvo a mi ego.

La misión de una empresa es servir a los demás -desde generar luz eléctrica a fabricar calcetines- y el dinero sólo es el medio para seguir sirviendo. Ya le he dicho que el gran error es confundir medios y fines.

 

En los ochenta en Wall Street escuchábamos a los mayores; en los noventa, llegaron los matemáticos jóvenes con sus fórmulas e ignoramos la experiencia de quien había visto muchas crisis…Y generamos otra recesión. El mejor software no es nada sin experiencia.

 

Extracto de una entrevista en La Vanguardia con Chris Lowney,  fue jesuita y mánager director de JP Morgan.