
Muchas de las parejas que establecemos a temprana edad son una escuela para las posteriores.
Examinemos las normas que asumimos en nuestra infancia como verdades absolutas, muchas son obstáculos para nuestro crecimiento actual.
No puede haber matrimonio sin un continuo cuidado del mismo por los dos integrantes de la pareja.
Cualquier proyecto necesita solucionar, en primer lugar, los problemas económicos que van a estar en la base del edificio común.
Grandes diferencias suponen mayores choques o conflictos, y también búsquedas profundas con soluciones más creativas.
Cada nueva etapa vital trae nuevas prioridades, pero la pasión con la que vivimos corre de nuestra cuenta y, por tanto, depende de nosotros.
Aceptar y aprender de los fracasos es tan importante como saber cambiar de camino, para seguir adelante con nuestra vida.
Extraído de Parejas Sin Fin