Richard J. Bernstein: La mayor leción que me ha dado la vida es que nunca hay que perder la esperanza ni aceptar el cinismo. Y la mejor definición de esperanza es creer en algo aun sabiendo que es probable que vaya mal.
Eso es fe.
Cuando era adolescente ya pensaba así, y los adultos me decían: «Ya crecerás y cambiarás». He vivido lo suficiente para saber que no voy a cambiar, nada me apartará de la esperanza.
¿Nunca la ha perdido?
Nunca, y trato de promover esta percepción de esperanza entre mis estudiantes, juntarse para cambiar las cosas. Cuando yo luchaba en pro de los derechos civiles no había este cinismo de hoy respecto a los gobiernos, creíamos que un cambio era posible. Tal vez éramos ingenuos, pero los cambios se hicieron.
¿Todavía le sorprende la maldad?
Soy lo suficientemente freudiano para saber que tenemos instintos agresivos, pero me gusta mantener la confianza. Mi padre siempre me repetía: «Confía en la gente como si fuesen santos y vigílalos como si fueran ladrones».
¿Y qué propone para contrarrestar nuestra violencia innata?
El humor y la cultura son una forma de empoderarse para sobreponerse al miedo. Sobreponerse a la violencia crea una gran diferencia en la vida de las personas.
La única manera plausible de hacer frente a la violencia es cultivar ciudadanías en las que haya un debate libre y abierto, y en el que las personas se comprometan a escuchar al otro.
Fuente: La Vanguardia