Reflexión, a modo de homenaje, sobre el último tránsito que todo humano está obligado a realizar.

Reflexión, a modo de homenaje, sobre el último tránsito que todo humano está obligado a realizar.

Redactado en forma de decálogo que un hijo dedica a su padre fallecido.

1.- Tiene poco sentido preguntarme si tuve el padre que “me merecía” (para bien o para mal). Prefiero pensar que fui yo el que te elegí porque representabas el modelo que necesitaba para desarrollarme. Por tanto ahora quiero agradecerte de corazón ese papel que te tocó interpretar para mí.

2.- Tardé en conocerte. Fueron tantas las cosas que nunca nos dijimos en vida que ahora tiene poco sentido que me lamente por lo no dicho. Expresar emociones, o abrazos, no era sencillo en el entorno en el que creciste. Sólo lo práctico, lo racional tenía cabida ¿Cómo podría pedirte lo que nadie supo darte?

3.- Confieso que tu temperamento “volcánico» me daba miedo. No aceptar dobleces, ni hipocresía de ningún tipo es algo que en ti se fue incrementando en intensidad con el paso de los años. Por eso, como defensa, sólo te contaba lo que previamente anticipaba que entenderías. (Seguramente era mucho más lo que habrías comprendido)

4.- Reconozco que fuiste un modelo de rigor, responsabilidad, esfuerzo y trabajo constante. Valores que creo haber copiado más por tus actos que por tus palabras. Gracias por mostrar siempre integridad y honestidad inquebrantables. Por inculcarme que cumplir con la palabra dada es fundamental.

5.- Es cierto que vi llegar tu muerte y también que pude anticipar que sería muy rápida. Por eso fui a buscarte intentando que aquellos últimos días no los pasaras en la absoluta soledad que “el destino” (el propio carácter es el destino) te había preparado como fatal encerrona.

6.- Cuando la muerte llama a nuestra puerta en general preferimos girar la cabeza en otra dirección, aunque en tu caso siempre has mirado a la cara a tus adversarios. A pesar de tener “la guerra” perdida presentaste batalla hasta el final. Lo que yo conocía, tú también lo intuías, por tanto no fueron necesarias palabras para explicarlo.

7.- La rapidez de la muerte no te permitió despedirte de las personas que querías. Por tanto quiero hacerte llegar con algunos meses de retraso el afecto de muchos de los que tenían contacto contigo y que sin duda vivieron tu muerte como algo trágico. Todas ellas me han transmitido personalmente su pesar.

8.- Me habría gustado poder decir unas palabras en tu funeral que estuvieran a la altura de lo que fuiste. Sin embargo una vez más se cruzó en tu camino -algo que se repitió en tu vida como un fractal- otro párroco más preocupado por sí mismo y por la ortodoxia de su fe.

9.- Viviste tu vida y tomaste tus decisiones al margen de lo que otros pudieron considerar como correcto o incorrecto. Te mantuviste fiel a tus propios principios y no son tantos los que pueden decir lo mismo.

10.- Gracias por darme todo lo que pudiste. Lo guardo como un tesoro de semillas que seguramente florecerán en muchas de mis creaciones. Tengo claro que los padres (madre y padre) jamás mueren cuando somos capaces de incorporar su esencia y sus valores.

1 Comentario

  1. GLORIA CALDERON 7 años hace

    parece escrito por mi, para mi padre gracias!!! tal ves nunca lo hubiera podido decir con esas palabras tan precisas lo extraño 🙁

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *