
En aquel Reino, frente a los que creían que todo estaba absolutamente determinado estaban los que afirmaban justo lo contrario, que todo estaba en nuestras manos.
Durante siglos habían convivido como facciones -extremistas- sin diálogo entre ellas.
Unos decían: nacemos según un guión preestablecido y venimos determinados, porque así lo decidimos antes de nacer. De esa forma podemos aprender determinadas cosas que vienen asociadas a las circunstancias elegidas de antemano.
Los otros replicaban: al nacer somos como hojas en blanco que después otros se dedican a emborronar. No hay guión posible porque el camino se hace andando.
Las dos visiones parecían irreconciliables, como el agua y el aceite, imposibles de mezclar.
Cierto día, en el Reino del que hablamos, se inició una tercera vía.
Alguien dijo: me parece que en el fondo coinciden en observar a este mundo como una escuela de aprendizaje. Poco importa si lo hemos elegido antes de nacer o no.
¿Por qué no buscar los puntos de unión?