“El niño necesita crear otro yo, una careta. Y eso porque los adultos de su entorno esperan de él algo que no es, requieren un orden que no es el suyo, unas respuestas a preguntas que no puede entender, comportamientos cuya estructura ideológica o social no corresponden en absoluto a su naturaleza instintiva. (…) Entender esto es el primer paso para desenmascarar esa careta, también llamada Ego, pero al hacerlo hay que observar una precaución. Esa careta permitió al niño sobrevivir en su entorno hostil y contradictorio con su verdadera naturaleza, y por lo tanto es aconsejable a lo largo del trabajo de ese des-cubrimiento hacerlo dándole las gracias interiormente. Con amor y gratitud, pero con firmeza, puesto que una vez hemos descubierto que ya no nos hace falta, entonces hay que quitársela sin miedo. Aunque también, como seguimos en este planeta no es prudente ir por el mundo alardeando de habernos quitado la careta, porque vamos a ser blanco de la ira e incomprensión de quienes aún no saben que llevan su careta.
Juan Trigo, en “El destino no existe (aunque lo parezca)”
Imagen: Oleg Dou