¿Quién puede decir Yo?
El hombre que se piensa
es una nube bajo la acción del viento,
su falsa tabla de salvación es el nombre
que lo ubica frente a los confusos otros.
Sus diversos Yo se suceden, se entrelazan, se cabalgan,
se oponen, se afirman, se desmienten.
El ego es un bulbo hecho de caparazones
en cuyo centro yace el alma dormida.
No hay que eliminarlo sino domarlo,
él es la escalera que permite subir al cielo,
pero si se convierte en guiador nos pierde,
es el alma la que debe indicarle el camino.
Cuando el velo de la verdad se transforma en espejo
el alma se hace transparente: mirándola Dios se ve a sí mismo.
El ojo del uno y el ojo de la otra no se miran, juntos miran,
una sola visión, un solo amor.
Nada vive separado, todo surge del misterio de la unidad
realizada en la simultaneidad de los contrarios.
Alejandro Jodorowsky