Podemos cambiar el mundo atendiendo a esas conexiones que ocurren cuando nacemos. (Nils Bergman)
Que madre e hijo permanezcan piel con piel durante los mil primeros minutos de vida hace que los circuitos neuronales de la inteligencia emocional se conecten: la amígdala (el cerebro emocional) se conecta con el lóbulo prefrontal (el cerebro social).
Si el cerebro del bebé percibe que este mundo es un lugar difícil, en lugar del circuito de la oxitocina conecta el del cortisol.
El neonato en las dos primeras horas tras el nacimiento escoge entre las dos opciones según si se siente seguro o inseguro. Durante cien años hemos separado a los neonatos de sus madres, provocando que estos percibieran que ese es un lugar difícil en el que vivir.
Nils Bergman, experto en neurociencia perinatal, en LA VANGUARDIA
PARA NACER BIEN (Alejandro Jodorowsky)