Para un médico, su éxito es que vivas, simplemente: ve tus analíticas, ¡no te ve a ti!

Para un médico, su éxito es que vivas, simplemente: ve tus analíticas, ¡no te ve a ti!

La ciencia es así, no nos quejemos…
Raquel Taranilla: Una eminencia se acercó a mi cama, yo tumbada inmóvil con collarín, llegó rodeado de su corte de discípulos y dijo: «A ver: ¿qué tenemos aquí?». Y le respondió el más listo: «Un linfoma linfoblástico en estadio 2».

Veían un diagnóstico, no una persona.
Es el discurso médico, estás en una especie de cadena de montaje. «¡Eres un milagro!», me diría más adelante otro médico…

Porque usted se recuperó.
Sí, y tuve que revacunarme de todo, y reaprendí a caminar, a moverme, a escribir…

¿A qué atribuye la recuperación?
Fue así, mediante la medicina, y bien pudo ser diferente. Así lo veo: el relato problema-esfuerzo-salvación es muy ansiógeno, ve el cáncer como rito de paso, como prueba que superar. Yo decidí no contarme que el cáncer está en mi cuerpo, sino que el cáncer es mi cuerpo también.

¿Y qué le aporta este relato suyo?
Veo la vida como sala de espera. Con una puerta al cáncer, a su vez con dos salidas: una a la muerte y otra de vuelta a la sala de espera. La salud es sólo mera presunción.

¿Qué ha aprendido de su vivencia?
Que nos agarramos al discurso científico y le atribuimos solidez…, pero es tan tentativo como el discurso literario, ¡igual! Un relato.

Diga algo a los que tememos al cáncer.
Sólo te diré esto: el miedo es una pérdida de tiempo. ¡Ya vendrá lo que vaya a venir!

¿Y a los que ya tienen un cáncer?
Nada, no les digo nada.

¿Y a sus familiares, a sus amigos?
Que le digan al enfermo: «¿Qué puedo hacer para darte gusto?», ¡y procurarle placeres!

***

Raquel se arroga el derecho a emitir su propio discurso, que considera tan válido como el discurso de la ciencia médica. Entiende que el discurso medicalizado y el literario son dos tentativas equivalentes de narrar una realidad.

 

Breve extracto de una entrevista con Raquel Taranilla en La Vanguardia.