
«El ser humano forma parte de ese todo al que llamamos «Universo», una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Se experimenta a sí mismo, con sus pensamientos y sus sensaciones, como algo separado del resto en una especie de alucinación óptica de la conciencia. Esta alucinación es una especie de prisión que nos reduce a nuestros deseos personales y al afecto por algunas personas cercanas. Nuestra tarea ha de ser liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión hasta abarcar a todos los seres vivos y a la totalidad de la naturaleza en su belleza. Nadie puede lograrlo por completo, pero el esfuerzo mismo por conseguirlo forma parte de la liberación y es la base de la seguridad interior.»
Einstein, E., carta al New York Post (28 noviembre 1972), 1950.