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El lenguaje del cuerpo

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No todo lo que se comunica se hace a través de la palabra. El cuerpo es el otro medio que voluntaria o involuntariamente transmite mensajes de una forma ininterrumpida. Digamos también que es el canal que utilizamos para expresar de manera inconsciente, lo que no tiene vía de salida por la palabra. Nuestros conflictos personales y los de nuestro árbol genealógico “cantan” constantemente en la forma de nustro cuerpo, nuestras posturas, nuestros movimientos y, como no, en nuestras enfermedades.

Ya Freud entendía los trastornos somáticos como síntomas. Defendía que no se podían tratar con terapias comunes, sino que había que “leer” en ellos palabras sepultadas que no pudieron encontrar un lugar en el lenguaje. Por ejemplo, de manera general, en el psicoanálisis se hacen “lecturas” de este tipo:

-Anorexia: Reclamo de la presencia, rechazando el sustento.

-Ceguera: “No quiero ver nada de esto”

-Desmayo: Forma de ausentarse de una situación que no se puede soportar.

También la alegría, el estado de plenitud, de satisfacción, de felicidad, de equilibrio encuentra como expresarse a través del cuerpo y esta expresión es a lo que llamamos salud.

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Elegimos a nuestros padres

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“Cuando constaté que los ovarios de mi madre estaban fértiles, les dí la orden de acoplarse. Se tendieron desnudos en medio de la iglesia. El sexo de mi padre se hinchó con tal fuerza que su cabeza se puso violácea y el óvalo candente de mi madre secretó un torrente blanco donde los dos se sumergiron convertidos en ángeles acuáticos. El placer transformó sus carnes en conciencia, las estrellas se pusieron a recorrer el cielo llenándolo de líneas plateadas, el semen galopó por los canales y surgió a borbotones para llenar de espuma la caverna mágica. No me había equivocado. Esos dos seres, transidos de amor, con los alientos anidados, me daban la oportunidad milagrosa de volver a poseer un cuerpo.

En los meses que siguieron, fuí creciendo tranquilo. Habiendo logrado unir a dos progenitores de mi elección, me entregue a la sabiduría de las células: ellas poseían el concimiento milenario para formarme. A mí sólo me quedaba una tarea: hacer que me parieran en el sitio geográfico preciso, en el mes y la hora justos, para que mi destino concordara con mis ambiciones”

Alejandro Jodorowsky, en “Donde mejor canta un pájaro”