Albert Einstein decía que la imaginación es más poderosa que el conocimiento. Pero quiero redefinir la imaginación, porque muchas veces se asocia a cuentos de hadas, fantasías… El tipo de imaginación al que me refiero sirve para que las personas creen un ideal, o una visión, que les ayudará a llegar a un determinado destino. Se trata de preguntarles qué es lo que quieren en su vida. En el momento en que empiezan a pensar en eso –una nueva posibilidad, una nueva realidad– el lóbulo frontal de su cerebro selecciona diferentes redes neuronales, cosas aprendidas o experimentadas en sus vidas. Y de alguna forma las conjuga en nuevo tapiz y crea algo nuevo.
Si la persona puede empezar a imaginarse escogiendo nuevas opciones en su vida, llegando a unas nuevas metas y experiencias, lo que nos enseña la investigación es que, al recrearlo mentalmente, están preparando su cerebro para que parezca como si la experiencia ya hubiera tenido lugar. Y si puede conjugar su intención con una emoción elevada como la alegría, la gratitud, el aprecio o la inspiración, su cuerpo empieza a creer que está viviendo esa realidad futura. Está señalando nuevos genes para adaptarse a la experiencia que aún no ha ocurrido.
Tendremos que practicar muchos días hasta que empecemos a crear circuitos en el cerebro y programar nuevos genes. Nuestros estudiantes, que llevan a cabo esta práctica regularmente, están logrando cambios significativos en su salud y en su vida.
La mayor parte del tiempo nuestras emociones están conducidas por las hormonas del estrés. Las hormonas que existen debajo del corazón, las glándulas digestivas, las glándulas sexuales, todas son centros importantes que guardan relación con la supervivencia. Las emociones centrales, del corazón, están relacionadas con la creación. Cuando estás viviendo solo para sobrevivir, tiendes a centrarte en lo que te es conocido. Cuando vives en la creación, sin estrés, te centras en nuevas posibilidades.
Para que las personas acepten los pensamientos de una nueva vida, tienen que cambiar el estado emocional del cuerpo. Los pensamientos son el lenguaje del cerebro, y los sentimientos, el lenguaje del cuerpo. Cómo piensas y cómo sientes crea un estado del ser. Así pues, las emociones elevadas son lo que nos saca de nuestro estado de supervivencia. No podemos crear otra realidad desde el estado de supervivencia. Se trata de cultivar nuestra apertura hacia lo desconocido. De abrirnos a los pensamientos nuevos que empezarán a crear un nuevo destino.
Fragmentos de entrevista a Joe Dispenza.