Nuestra sociedad siempre habla bien del que se jubila y del que muere

Nuestra sociedad siempre habla bien del que se jubila y del que muere

Carta a una profesora que se jubila:

Querida Tere,

Desde el primer día que nos conocimos me trataste como alguien más de tu familia, al igual que has hecho con el resto de la comunidad educativa y con todo el alumnado que ha tenido la suerte de pasar por tus manos.

Dicen que la enseñanza es una de las tres profesiones imposibles, junto con la de curar y gobernar. Oficios en los que hay una parte importante que no se puede controlar, que cae fuera del alcance de quien las ejercita. Al profesorado de todos los niveles educativos corresponde señalar donde están las puertas que pueden conducir a abrir la mente y expandir la conciencia. Al alumnado le toca el trabajo, siempre si quieren o si lo desean, de levantarse para abrirlas. Tarea que por otra parte nadie puede hacer por ellos.

Deberíamos de recordar que al igual que ningún médico curará a quién no quiera ser curado, tampoco se puede enseñar a quien se niega a aprender. Sin embargo he visto con mis propios ojos como abrías un abanico de posibilidades casi infinito frente a los alumnos con problemas. Enseñar también es ayudar y acompañar, algo que has convertido en lema durante tu vida laboral en la que nunca te he visto rendirte ni bajar los brazos.

Siempre has estado ahí, por cierto muchísimas más horas de las que se estipulaban en tu contrato como profesora, lo que habla muy a las claras de lo mucho que te gusta esta actividad. Igualmente destacable me parece tu faceta como periodista que desarrollaste en la revista escolar que merecería llevar tu nombre por el grado de implicación con la que la has dirigido. En ella miles de alumnos pusieron en práctica lo que aprendían, al mismo tiempo que descubrían el valor de compartir.

A estas alturas ya no nos queda duda de que al enseñar aprendemos. Incluso que dejar de aprender es un signo inequívoco de necesidad de cambio. Y la última lección de alguien que trabaje en la enseñanza, la más difícil, es la de cortar con la tentación de seguir ejerciendo el papel de maestro con sus ex alumnos. Intuyo que no ha sido problema ya que al reencontrarte con ellos después de un tiempo siempre han vuelto convertidos en amigos y compañeros.

Ahora, si me lo permites, necesito confesarte que nunca me ha gustado la palabra «jubilación». Me sigue costando comprender que «la fecha de caducidad» sea la misma para todos. ¿No será que a la sociedad le interesa hacernos creer que envejecemos para librarse de nosotros, y por eso la ha creado? En ningún caso quiero ir tan lejos, ni soy tan extremista como Woody Allen que afirma que la jubilación es para la gente que se ha pasado toda una vida odiando lo que hacía.

Lo que defiendo es que no tiene sentido prescindir de un docente en base a una edad cuando este todavía se siente útil y sobre todo le gusta lo que hace. Al mismo tiempo creo, porque no es incompatible, que el que quiera retirarse está en su absoluto derecho a hacerlo. Por tanto no se trata de alargar la fecha de la jubilación, sino de flexibilizarla.

Claro que… ¿quién va a querer seguir en una profesión tan compleja por propia iniciativa cuando se les abre la posibilidad de no hacerlo? Se que hay quien entiende la jubilación como la posibilidad de abrir una nueva etapa en la vida mucho más libre. Dicen que viajarán, que harán aquellas cosas que nunca pudieron hacer porque las limitaciones del trabajo y de la vida se lo impedían. Y es cierto que durante unos meses viajan, pero después al volver a casa esta les cae sobre su cabeza y son muchos los que no saben qué hacer con su tiempo…

Y es que uno no debería querer «jubilarse» de la vida antes de tiempo, porque jubilarse de la vida es lo mismo que la muerte. Tal vez por ese motivo nuestra sociedad siempre habla bien del que se jubila y del que muere -los coloca en el mismo lugar-. Vivimos en un mundo depredador que necesita espacio, que no dudará en «empujarnos» al vacío con el falso pretexto de que nuevas generaciones están esperando para ocupar nuestro lugar. No te lo creas, es mentira, ni tampoco te rindas.

Espero y deseo que encuentres un nuevo camino en el que la curiosidad y la pasión sigan presentes en tu vida hasta el último día. Se que lo harás.

Plano sin fin

 

 

 

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