
Pero ¡siempre, siempre! podemos confortar. Después, paliar. Y, a menudo, curar.
¿Humanidad más conocimiento?
Sí, sin que lo uno desplace a lo otro: el médico debe saber muchísimo… sin deshumanizarse. El paciente es, primero, una persona.
El paciente está hoy más informado.
Por eso el médico no debe ser paternalista, sino dialogante, empático, y explicarse bien.
El paciente ha leído en internet…
Por eso los médicos daremos un sello acreditativo de calidad para páginas en la red.
¿Y acudimos o no a los homeópatas?
Sólo si un médico lo decide como terapia ¡complementaria!, e informando en ese sentido al paciente: esta es la praxis buena.
¿Y funciona?
Hay terapias sin consenso científico que aplicamos, porque la confianza cura…
¿Cómo debe ser el médico de este siglo?
Bien conectado con el último conocimiento y con su sociedad, para afrontar sus desafíos.
¿Qué desafíos?
La sociodemografía: la población es más longeva que nunca. La política sanitaria: las patologías se cronifican. Los pacientes informados: expresan cómo quieren ser tratados. Y las redes digitales: ¡aprovechémoslas!
¿Cómo?
Favoreciendo más el autocuidado, o, por ejemplo, desarrollaremos una aplicación para tableta y móvil con la que un paciente de cualquier parte podrá consultar al mejor especialista en otro extremo del mundo.
¿Está hoy desbordado el médico?
El buen médico lo es porque busca tiempo para cultivarse: lee, practica deporte, se sociabiliza… Si no, no sabrá ser cercano a su paciente. La mujer tiene más facilidad.
¿Y eso por qué?
Determinada por la maternidad, integra mejor trabajo y humanidad: es el modelo para todos. Y cada vez son más. Facilitemos el equilibrio psicoemocional de los médicos, por el interés general.
Describa al buen médico.
Empático y buen comunicador, competente y autoexigente, comprometido con su sociedad. Ah, y buen conocedor de las tecnologías de la información y la comunicación.
Fuente: Extracto de una entrevista con el médico Jaume Padrós en La Contra de La Vanguardia