¿No se siente solo, viajando solo?

¿No se siente solo, viajando solo?

La terrorífica y profunda soledad está en la ciudad, rodeado de gente, de ruido ajeno. Necesito esa soledad, desconectar de todos los mensajes que, quieras o no, acaban invadiendo tu mente.

Cierto, incluso tus sueños…

Es algo que me impresiona, el bombardeo constante de mensajes, que con las redes sociales se ha convertido en una locura absoluta, equivale a vivir la vida en la continua distracción de uno mismo. Cuando estás en la naturaleza tienes claro quién eres tú.

¿Sin más?

Sin más, es sencillísimo. Y me parece necesario para mantener un cierto equilibrio y una cierta perspectiva.

¿A usted también le atrapa el ruido?

Sí, acabas entrando, por eso cuando estoy de expedición no quiero estar informado, y lo dejo claro: “Si se hunde el mundo, no me lo contéis”, si no, toda tu vida acaba presa de la psicosis de la preocupación por cosas que están fuera de tu control y que no tienen nada que ver con la vida verdadera, esa que corre por tus venas.

No sé nada, no quiero saber nada, sólo existe el presente, lo que estoy haciendo ahora mismo, y eso adquiere el tinte de una realidad muy profunda.

Elegir la gente de un equipo de expedición debe de ser algo esencial.

Es la clave del éxito o del fracaso.

¿Y cómo lo hace?

La intuición es más efectiva que los análisis racionales. En las expediciones polares la aptitud es importante, pero la actitud es determinante.

Se debe de llegar a intimar mucho.

Cierto, en el entorno urbano hay cierto tipo de relación interpersonal que no se da jamás. Pero en medio de una tormenta, aislados en una pequeña tienda de campaña…

¿Hay mujeres en esos pequeños espacios?

Sí, y yo no he tenido nunca problemas. Hay una serie de valores que son los adecuados y que marcan la diferencia por encima del género.

¿Qué merece la pena en la vida?

La gran pregunta al final es: ¿has vivido la vida que querías vivir?, ¿has sido tú mismo?…, nos la haremos todos y la responderemos en soledad.

Extracto de una entrevista con Ramón Larramendi, explorador polar, en La Vanguardia.

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