Ningún deseo se puede destruir
“Está clara una cosa: sin duda alguna, la prohibición puede reprimir el deseo, desviarlo de su orientación primera, pero no lo destruye. No hace más que obligarlo a buscar otra manera de realizarse. Y encuentra, en efecto, millares de maneras en todas las actividades de la vida que deseéis imaginar: en el descubrimiento de las chimeneas o de los barcos de vapor; el manejo del arado o de la laya; escribiendo versos o meditando; en el amor de Dios o de la naturaleza; en los crímenes y en los actos de autoridad, en la beneficencia y en la maldad; en la religión y en la blasfemia; manchando el mantel y rompiendo vasos, en el latido del corazón y en la transpiración…”
Georg Groddeck, el “psicoanalista silvestre”