¡Nadie puede impedir que un espíritu humano se exprese!

¡Nadie puede impedir que un espíritu humano se exprese!

Alejandro Jodorowsky: A largo de mi vida, conocí multitud de «artistas» en potencia que nunca llegaron a parir sus «geniales» obras, alegando falta de medios o acusando al ambiente en que vivían de ser cruel o indiferente. Cuando sus sueños se derrumbaban, sintiéndose fracasados, se sumergían en el alcohol o en otra droga, odiando con amargura y envidia a quien era capaz de conquistar la fama. Pueda la siguiente fábula servir a todos aquellos que luchan por realizarse:
En el país de los mediocres, nació un verdadero artista. Su necesidad de expresión era esencial y pronto encontró un viejo piano en el que llegó a tocar sublimes conciertos. Su perfección como pianista despertó tal envidia que pronto los ciudadanos, por medio de calumnias, se las arreglaron para meterlo preso y ahí, en la cárcel, hacer cortarle el brazo derecho. El manco sufrió un tiempo, pero luego su mundo interior le hizo reponerse y comenzar, con una mano, a fabricar máscaras que eran obras maestras. Los mediocres hicieron que le cortaran el otro brazo. Así mutilado, el artista no se dejó abatir y se convirtió en un gran bailarín. ¡Le cercenaron una pierna! El cojo se encerró en un cuarto y con telas, óleos y pinceles, aprendió a pintar con su pie. El único público que este creador tenía eran los niños, porque en sus corazoncitos no cabían los celos y eran capaces de aceptar el valor de otro. ¡Los resentidos le cortaron la otra pierna! Se dedicó a cantar ópera. ¡Le cortaron la lengua! Tomó entre los dientes un pincel y creó dibujos fantásticos. ¡Le arrancaron los dientes! Consiguió una antigua máquina de escribir y golpeando las teclas con la nariz escribió poemas, cuentos, novelas. ¡Le arrancaron la nariz! Rodó entonces sobre polvos de colores y con el cuerpo untado, frotándose contra una tela, hizo maravillosos cuadros abstractos. ¡Los amargados, no soportándolo más, lo asesinaron! En su testamento dejó una orden, que los niños, convertidos ya en jóvenes, ejecutaron religiosamente: con sus tripas fabricaron cuerdas de violín, con su piel hicieron un tambor; con sus huesos, flautas; con sus cabellos una funda para armónica y con sus demás restos, molidos, obtuvieron celulosa para fabricar un blanco papel en donde imprimieron sus versos.
¡Nadie puede impedir que un espíritu humano se exprese! A pesar de las contrariedades, si eres auténtico, siempre encontrarás un camino que te permita realizar tu mundo. Cuentan que Picasso, cuando estaba en la miseria, por carecer de dinero para comprar pintura y telas, pintó obras maestras con sus excrementos en papel de diario.

El placer de pensar