Uno de los mejores consejos que me han dado en esta vida es el de no creer en nada que no pueda experimentar directamente. Con ello me han evitado convertirme en presa fácil de los muchos vendedores de salvoconductos que campan por ahí.
Me hizo mucha gracia pensar que alguno de ellos sería capaz, dada la avidez por el dinero que suelen tener, de revender la isla de Manhattan a los indios (sus antiguos propietarios).
Todo lo que está en la naturaleza es natural, por tanto tampoco es tan extraño encontrarnos con talentos que resulten sorprendentes. ¡No se trata de creer o no creer en ellos! En estos casos es mejor que intentemos cerciorarnos por nosotros mismos y comprobemos si nos están vendiendo algo o estamos hablando de otra cosa.
En cualquier caso hay que ir con sumo cuidado porque los mundos neptunianos son paisajes nebulosos en los no veremos el terreno que pisamos. Mundos resbaladizos que no se pueden medir aunque sí intuir.