El perro se recostó junto a su compañera humana intuyendo que estaba preocupada. Le hubiese gustado contarle lo que, cuando era cachorro, aprendió en un solo día.
Se sentía decepcionado y apenado por lo aburrido que era el mundo. Aún era pequeño y no lo sacaban aún a pasear. Asomado a la ventana, creía que lo que llamaban “mundo” era un gran camión naranja que siempre había aparcado en la calle. Pero, ¡Eureka! Ese día estaba de suerte. Descubrió que la casa, además de ventana, tenía unas escaleras de madera pintada de gris, escaleras que llevaban a un lugar llamado «azotea». Y que las azoteas tenían pretiles. Y que si te asomabas a ellos, veías, además del tejado del penoso camión naranja, un mundo en movimiento lleno de formas, colores, sonidos, olores y demás cosas interesantes y variadas.
Le hubiese encantado decirle a su compañera humana que mirase lo que le preocupaba desde la azotea.
Imagen: Nuestro amigo Capitán Lee de cachorro ?