Miedo de uno mismo. Acto psicomágico

Miedo de uno mismo. Acto psicomágico

Mateo pide ayuda:

Querido Alejandro, aún vivo con mis padres. Le escribo porque tengo un gran problema: soy un chico de 17 años que no consigue hacer nada si no lo ha programado por lo menos tres días antes, que odia las sorpresas y siempre las descubre antes, que vive en la búsqueda continua del amor eterno, que jamás encontrará, que no consigue relajarse nunca, que frente a un problema o a cualquier cosa inesperada enloquece y no logra razonar de ninguna forma, como si se apagara el cerebro. No sé de dónde nace esta agitación mía, y esta manía que tengo de programarlo todo en sus mínimos detalles: ¡sólo sé que tengo miedo de lo que no puedo controlar, de lo que no puedo entender! ¿Qué puedo hacer para resolver este problema? ¡¡¡Por favor, ayúdeme!!!

Alejandro Jodorowsky responde:

Querido Mateo, tienes miedo de ti mismo. Te concibes como un intelecto aislado en un cuerpo que encierra misterios que no conoces. Sigmund Freud llamó al Inconsciente infantil «el degenerado polimorfo». Cuando aún el niño no ha sido reprimido y no obedece a la moral que dirige la vida de sus padres, tiene impulsiones incestuosas, narcisistas, bisexuales, sadomasoquistas y caníbales. Si sus padres no tienen un nivel de conciencia bien desarrollado, movidos por principios heredados de otras generaciones, controlarán los impulsos del niño mediante ordenes y prohibiciones. Las impulsiones naturales se transformarán en nudos neuróticos. Tendrá el deseo de cometer el «pecado», pero lo reprimirá mediante programaciones como las tuyas, donde ningún imprevisto se puede deslizar. ¡Amigo mío, te aterra descender con los ojos abiertos hacia las profundidades del inconsciente! Te aconsejo un acto que semeja a un carnaval, que durará cinco días. El primer día -liberar en forma metafórica tus impulsos incestuosos- te disfrazarás de Edipo Rey. (Lee la obra de teatro de Esquilo). Con una toga griega, una corona, y los ojos rodeados de sangre artificial, te acercarás a tu madre y lanzarás a sus pies dos ojos de buey. Eso es todo. El segundo día -liberar tus impulsos narcisistas- te pasearás por las calles vestido sólo con un entrepiernas y el cuerpo entero maquillado de dorado, mirándote sin cesar en un espejo de mano. El tercer día -liberar tus impulsos bisexuales- te vestirás con un traje mixto: la mitad derecha será de hombre, la mitad izquierda será ropa de mujer. Irás a un lugar donde se baila y ofrecerás bailar contigo sucesivamente a hombres y mujeres. El cuarto día – liberar tus impulsos sadomasoquistas- vestido con un traje negro de caucho, irás a ver a tu padre llevándole de regalo un látigo. De rodillas le implorarás que te castigue. (Aunque él no lo haga, el hecho de proponerle esto terminará con tu temor a sus críticas severas). Y el quinto día -liberar tus impulsos caníbales- habiendo fabricado con pasta de almendras dos figuritas que serán el retrato de cuerpo entero de tu madre y tu padre, coloreadas con pintura vegetal para pasteleros, tomarás té con tus padres y delante de ellos, lanzando exclamaciones de intenso placer, devorarás la cabeza de las dos figuritas. Después de esto, invita a una amiga a tomar un baño de barro contigo y durante esta inmersión en el magma, oblígate a lanzar por cinco minutos tremendas carcajadas.

El arte de sanar