Miedo a la libertad
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A ese hombre de aspecto intachable, de modales exquisitos, de conversación culta, de historial sin fracasos y de milimetrado calendario, el corazón se le transformó en una máquina y las venas en cables; se convirtió todo él en un aburrido robot.
Su mujer tuvo que tomar una decisión: ¿fugarse de inmediato con el imperfecto, valiente y pasional vecino?, ¿o intentar hacer revivir al androide de su marido?. Como lo amaba de verdad, optó por lo segundo. Lo empujó cada mañana por caminos desconocidos, exponiéndolo irremediablemente a la aventura de vivir. A los veintiún días, su existencia estaba descontrolada, cambiaba de parecer, se enfrentaba a nuevos retos nada seguros, cometía errores… por fin era un hombre libre.
Carmen Sol
Genial!
¿Porque exactamente 21 días?
Porque lo asocio a cambio. Janet Bray Attwood decía: “Si dedicas 21 días a practicar nuevas costumbres, puedes cambiar cualquier hábito. Lo único que necesitas es la voluntad para efectuar el cambio”. En una entrada del blog poníamos que 21 días es sinónimo de gestación, una metáfora de la creación de algo nuevo. La incubación de un pollo, el ciclo estral del cerdo, de la vaca, de la yegua… la gata tiene el celo cada 21 días, los mismos que tarda una abeja obrera en pasar de huevo a adulta.
Besos, Juan.