Todos me hacían sentir diferente y extraño: pude entrar en el armario. ¡Pero ella aparto ese armario! Bordeé el suicidio: “A veces querría no ser yo”, le dije. Y ella… me salvó.
¿Cómo lo hizo?
Me miró a los ojos y me dijo: “No hay que disimular el talento, la valentía y la manera de pensar”. Se lo prometí. “Cumple tu promesa: ¡jamás disimules!”. Y sí, confié en mí.
Yo aparecía en Crónicas marcianas, ¡y homosexuales hubo que me reprochaban mi pluma! Decían que yo no les representaba.
¿Debería? ¿Y cómo les replicaba?
Mi padre me enseñó que una crítica jamás se responde. Y callé. “No hay tantos como tú”, me insistía. Y un día me pidieron dar el pregón del Orgullo Gay. ¡Y salí en el telediario!
¡Ah! ¡Venció usted!
Tuve un maestro de libertad: Terenci Moix.
…
Breve extracto de una entrevista con Boris Izaguirre, escritor y comunicador. Fuente: La Contra de La Vanguardia.