Para Carl Gustav Jung, soñar representa una ventana a nuestro inconsciente. Los sueño, para él trozos de naturaleza psíquica no adulterada, sirven para dirigirnos hacia la integridad. Suponen la posibilidad de conectarse con el inconsciente en forma simbólica y lo hacen por medio de siete símbolos fundamentales, cada uno con un amplio significado arquetípico pero con una interpretación diferente para cada persona:
1) La imagen social del soñador.
2) La sombra, o sea los aspectos negativos que tiene cada uno ocultos, que pueden aparecer en los sueños como imágenes de personas amenazantes.
3) El ánima o ánimus, los aspectos femeninos y masculinos que todos tenemos, como imágenes de doncellas o de hombres muy viriles.
4) El niño divino, como la imagen de un bebé o un niño, que simboliza la inocencia, lo más puro del yo, el potencial, las aspiraciones, la vulnerabilidad, las debilidades.
5) Los ancianos sabios, como un maestro, o cualquier persona de autoridad que se ofrece de guía.
6) La gran madre, como un hada o una bruja, que representa la ambivalencia de las madres.
7) El tramposo, como un ser con distintas formas que trata de hacernos caer en nuestras debilidades.
La interpretación de un sueño, sólo es correcta cuando “ilumina”, anima y da lugar a un cambio emocional de la personalidad.
Jung creía que si queremos entender la jungla, no nos podemos contentar con solo desplazarnos por sus alrededores. Debemos entrar en ella, no importa cuán extraña o aterradora pueda verse.
De Carl Gustav Jung, en “El hombre y sus símbolos”
Imagen: Alaya Gadeh