Frente a tu pareja vístete con el traje transparente de la autenticidad y no interpretes ningún papel. Tarde o temprano todas las máscaras se esfuman, al tiempo que se desvela la desnudez.
Sobran motivos para optar por la verdad. Ocultar parte del pasado, necesidades presentes, intenciones para el futuro y nuestros íntimos sentimientos frente a la pareja, consumen una energía inmensa.
Si representas un personaje ficticio que no eres tú para evitar a corto plazo el mal mayor, a largo plazo perderás algo el peor de los males: desperdiciar la vida siendo lo que no eres.
Como escribió un día Juan Trigo en su muro de Facebook: “En una relación sana, hay que ir disminuyendo el número de temas de los que no se puede hablar”.
Ella y él, él y ella. Pura autenticidad, pura limpieza en el espejo y lo que él refleja.
Los secretos no aireados pesan más que los muertos no enterrados. Ambos consumen energía y contaminan el hogar.