
Dígame qué es la cordura.
Vivir en armonía contigo mismo y con el entorno; y vivir en el presente, en vez de estar siempre buscando, o permanecer inmerso en emociones negativas conectadas con el pasado.
Lastres.
Parte de nuestra locura se debe a que hay unas distorsiones continuas en nuestra mente, es la cháchara de nuestros pensamientos, muy a menudo de autocrítica.
Pero la autocrítica es buena.
En ocasiones, pero esa voz insidiosa y criticona nos lleva a una baja autoestima, e interfiere en nuestro comportamiento espontáneo, interfiere con el flujo natural de la vida.
Eso suena fatal.
Tenemos que cambiar la naturaleza de nuestro pensar (más racional y menos negativo).
Hace diez años estuve a punto de morir por una infección bacteriana hospitalaria. Cuando me recuperé sentí que era una nueva persona viviendo un nuevo tipo de vida, y decidí investigar en las experiencias de otras personas.
¿Qué averiguó?
Que en momentos de sufrimiento intenso descubrimos nuestro poder de resiliencia. Somos más fuertes y profundos de lo que imaginamos. Y la capacidad de aceptación es factor común en esas transformaciones. Pero lo más fundamental es esa sensación de estar conectados.
¿En qué se traduce?
Más compasión y amor hacia los demás, y gratitud y aprecio por la vida. Si has tenido un encuentro intenso con tu mortalidad, la muerte se convierte en algo absolutamente real y la vida en algo increíblemente valioso que se disfruta.
Y la aceptación es una llave importante. Oponemos resistencia al momento presente porque nos pasamos mucho tiempo haciendo cosas que no queremos y estando insatisfechos con nuestras vidas tal como son.
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Extracto de una entrevista con Steve Taylor, escritor y profesor de Psicología de la Leeds Metropolitan University.
Fuente: La Contra de La Vanguardia.