Las ansias carnívoras de la nada (Extracto)

Las ansias carnívoras de la nada (Extracto)

«El aire es puro. Nos dan ganas de reír, de marchar sobre las manos. Desde un cielo color turquesa cae una luz que produce un gusto a miel en la boca, otorgando un aura dorada a todos los edificios que ahora son de adobe blanco con balcones llenos de plantas y colmenas. ¡Ha llegado el día! Hay nubes que cantan que no son nubes, sino aglomeraciones de canarios blancos. El ligero batir de sus alas envía un airecillo refrescante. Por las calles bordeadas de cerezos, durazneros, manzanos, perales, se pasean animales sin miedo. Jirafas con collares de perlas, gatos gordos, pavos reales, y leones sobre los cuales van montados niños y ancianos. Al borde de la playa, en un mar de olas redondas, ejércitos de sardinas sacan sus cabezas plateadas saludando con voces de loros «¡¡buenos días, señoritas y señores!!» a los ciudadanos que se pasean en grupos donde van abrazados hijos, padres y abuelos. Bandadas de monos de pelaje suave masajean la cabeza de los jugadores de damas. Gritos de placer, risas y cantos salen por las ventanas. Resuena una orquesta de circo.»

Alejandro Jodorowsky, en «Las ansias carnívoras de la nada», ed. Siruela