Aunque uno de los hermanos de mi padre repetía insistentemente que la vida era una mentira, desde mi punto de vista prefiero enfocarlo de manera más positiva, siguiendo la línea de lo que hace dos milenios decía Séneca:
“Como una obra teatral, así es la vida: importa no el tiempo, sino el acierto con que se ha representado”
Creo que cada uno de nosotros tiene en su interior un grupo de actores -o personajes- encargados de interpretar esa obra. Difícilmente encontraremos dos obras iguales porque somos únicos. Sin embargo la familia, educación, cultura y sociedad nos empujan a que seamos “como todos”. Objetivo que parece condenado a fracasar porque al intentar copiar o imitar la convertimos en una mala función. Parece más útil intentar sacar el máximo rendimiento y representar la mejor obra posible, con los “ingredientes” que tenemos.
Y además nos conviene recordar lo que decía Plutarco:
“Lo que logramos internamente cambiará nuestra realidad exterior”
Ahora solo falta preguntarnos si conocemos ya a nuestro elenco interior de actores.