Los viajes iniciáticos son aquellos que tienen un enorme poder transformador, los que nos cambian, y con ello amplían nuestra perspectiva de la vida.
La lista de viajes a lo largo de la vida puede ser extensa, pero se pueden contar con los dedos de una mano los que tienen ese impacto transformador. La mayoría solo sirven para cambiar el paisaje exterior, sin modificarnos en prácticamente nada. Un ejemplo es aquella forma de viajar en la que todo está organizado y planificado, hasta tal punto que no hay margen para las sorpresas. Solo servirá para confirmar, para ver con nuestros ojos, aquello que previamente habíamos visto en folletos.
Están los que han visitado casi todos los países del mundo frente a los que no viajan por decisión propia, o los que tristemente nunca llegaron a ver el mar porque pensaron que quedaba demasiado lejos. Sin embargo ninguna de estas opciones garantiza que la persona sea más consciente, ni tampoco que se conozca más.
Hay que dudar del poder transformador del viaje cuando es una competición que busca inscribir nuestro nombre en el Libro Guinness de los récords. Al igual que no se trata de todo lo que hemos leído sino de lo que hemos aprendido de las lecturas, con los viajes no importan los kilómetros sino las experiencias. Poco aprenderemos a 5000 km si allí hacemos lo mismo que habríamos hecho en nuestra casa.
¿Cuál ha sido nuestro viaje iniciático? No importa si salió como esperábamos o no. Incluso el náufrago aprende que lo único importante es que se salvó y no lo que perdió.
Como viajeros o buscadores salimos de nosotros mismos en busca de experiencias que amplíen nuestro conocimiento para finalmente regresar a nosotros mismos. ¡Es ahí cuando nos daremos cuenta de que el viaje nos ha transformado o no lo ha hecho en absoluto!
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Los viajes iniciáticos. Peter Brooklyn. Cuando escribir sobre viajes es hacerlo sobre la vida.