La trampa del actor. David Testal

La trampa del actor. David Testal
Cuando acompañas a una actriz, lo sé bien, casi toda la gente que conoces a través de ella te pregunta si también eres actor. Y como siempre me ha gustado contestar lo que siento, aunque sepa que puede sonar extraño o que alguien puede considerarme un idiota o un pedante, contesto que sí, que no cobro por ello directamente al menos, pero que soy un actor como todo el mundo. Para mí la llamada «interpretación» -como el resto de artes, sintiendo como arte cualquier actividad humana- es una profesionalización -en base a sistemas creados en el tiempo- de un recurso humano que el ser humano siempre ha ejercido de forma más o menos consciente.
Todos somos actores. Todos tenemos creados personajes distintos que interpretamos dependiendo de la situación, e incluso improvisamos en situaciones nuevas e inesperadas. Y más allá de estos personajes episódicos, más o menos ensayados e incorporados, está eso que llamamos nuestra «personalidad», lo que creemos ser, que no es más que otro personaje creado desde hace más tiempo, reforzado reiteradamente mediante el diálogo interno y la imagen que «los otros» nos devuelven, limitado por las definiciones autoimpuestas y las aceptadas debido a nuestros miedos y creencias. Este personaje, igualmente ilusorio, es el más peligroso porque solemos asumirlo como nuestra identidad «real». Nos identificamos entonces con un disfraz y nos dormimos dentro de él.

 

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