Según afirman algunos maestros los libros contienen energía. Todos sabemos que al leerlos nos transmiten información. Sin embargo lo importante ocurre cuando llega hasta nosotros un libro concreto en el momento adecuado. Bajo esas circunstancias una sola frase puede tener la capacidad de expandir nuestra conciencia.
Hay muchos tipos de bibliotecas. Me parecen más útiles las bibliotecas vivas, aquellas en las que siempre hay movimiento, donde entran y salen ejemplares que ademas pasan por distintas manos. Tal vez porque creo que el conocimiento, como la vida misma, debe fluir sin descanso.
En este tipo de bibliotecas la posibilidad de que un libro salte a nuestras manos es mayor. Sencillamente nos movemos entre los estantes y de repente algo llama nuestra atención… Tal vez ese libro, en este momento de nuestra vida, contenga un poderoso mensaje.
Digo esto porque encuentro poco sentido a tener en nuestro desván o trastero una biblioteca olvidada. Si la flexibilidad es signo de vida y la rigidez lo es de muerte ¿para qué coleccionar libros en un lugar en que nadie los va a poder leer?
Hagamos algo con aquellos libros que en nuestra casa han ido saltando entre las distintas habitaciones para acabar sus días arrumbados en una estantería perdida. La forma y manera de que los libros sean útiles es una decisión que cada cual debe tomar. Hay quien los dona a una biblioteca pública, los regala o los presta (para que no vuelvan). También están los que les buscan una nueva ubicación dentro de su misma casa, para que estén al alcance de otras manos…
Seamos conscientes de que cuando llegan a la «cárcel del trastero», donde incluso hay sillas en las que no se sienta nadie, serán olvidados y no podrán aportar ninguna cosa de utilidad.