Alejandro Jodorowsky: En 1980 el grupo surrealista me invitó a pasear con su maestro Andres Breton por las playas de Niza. Diez reverentes artistas, yo entre ellos, seguían al gran poeta que caminaba con los pies desnudos por la costa llena de guijarros, observándolos con atención extrema. De vez en cuando, lanzando una exclamación de placer, recogía una de esas piedras y nos la mostraba. Sus discípulos la examinaban extasiados, luego la guardaban en un saco de cuero negro. Breton había decretado que las únicas esculturas merecedoras de ser exhibidas en museos eran las humildes piedras.
Este extraño paseo me reveló la importancia de las piedras. Eran nuestros antepasados. En el mineral se encuentra encerrada la conciencia. ¿Y qué es la conciencia sino el sueño de la materia? Piedra y sueño: dos facetas de la energía mágica que impregna lo existente…
La belleza de pensar