Iluminación Pánica (primera parte). Por Alejandro Jodorowsky

Iluminación Pánica (primera parte). Por Alejandro Jodorowsky

Alejandro Jodorowsky: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena de ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”… Así comienza Albert Camus su libro “El Mito de Sisifo”. Yo hubiera preferido que comenzara así: “No hay más que un problema filosófico serio: la Iluminación. Lograr que la vida valga la pena de ser vivida es la tarea fundamental de la filosofía”.

Camus ve al hombre desgarrado entre su inclinación a la unidad y la visión clara de los muros que lo encierran. “De Jaspers a Heidegger, de Kierkegaard a Chestov, de los fenomenológos a Scheler…todos han partido de este Universo increíble donde reinan la contradicción, la antinomia, la angustia o la impotencia”. Heidegger encuentra que esta existencia es humillante y que la única realidad es la angustia en todos los seres, concluyendo que el mundo nada puede ofrecer al hombre angustiado: se vive en medio del aburrimiento y del terror. Jasper se desilusiona de las ontologías; cree que hemos perdido la “ingenuidad”, que no podemos llegar a nada que pueda trascender el juego mortal de las apariencias y que la meta de espíritu es el fracaso en un mundo devastado donde la imposibilidad de conocer está demostrada, donde la nada es la única realidad y la desesperación no encuentra ayuda. Kierkegaard afirma que ninguna verdad es absoluta y que nada puede volver satisfactoria una existencia imposible en sí misma. Camus concluye: “¡Cómo no sentir un parentesco profundo con esos espíritus! ¿Cómo no ver que ellos se reúnen alrededor de un sitio privilegiado y amargo donde la esperanza no tiene cabida? Quiero que todo me sea explicado o nada. El absurdo nace de esta confrontación entre la llamada humana y el silencio indescifrable del mundo.”

A pesar de que Camus declarara “Por el solo juego de la conciencia transformó en regla de vida lo que era invitación a la muerte y rechazo el suicidio… ahora se trata de vivir”, me parece que , al igual que los filósofos de quienes se declara pariente, ha escogido un sendero equivocado. “Comencemos por las cosas que son primeras” dice Aristóteles en su poética. Antes de preguntarse cuál es la solución a la incomunicación, esa barrera que hay entre razón y vida nos impide transcender las apariencias, debería comenzar por ver si esa barrera es real o aparente. Debería investigar si es cierto que la angustia sea nuestra esencia; si es verdadero que en este Universo reinan la antinomia, la contradicción y la impotencia. Korzybski decía: “El idioma es un mapa de la realidad. Hay que ver si el mapa corresponde al terreno”. Una cosa es el lenguaje  del hombre y otra la realidad en la que el hombre existe. Lo que está en crisis no es el universo sino el idioma humano. Es posible abatir la ilusoria barrera entre la razón y la vida para llegar al punto donde los contrarios se amalgaman y el mundo se constituye en unidad. (“Todo conduce a creer que existe cierto punto del espíritu donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente. Se buscaría en vano a la actividad surrealista otro motivo que la esperanza de determinar ese punto”. Segundo manifiesto surrealista, André Breton). Si un lenguaje caduca es necesario sustituirlo por otro o por ninguno. Antes que el problema del suicidio (solución para un universo de fracaso) viene la cuestión de la iluminación.

¿Es posible la iluminación? ¿Quienes dicen haberla logrado son sabios o locos? ¿Cuales son los métodos para lograrla? ¿Hay categorías de la iluminación? ¿Existen posibilidades para el ciudadano medio de lograr este estado sin ingerir drogas? ¿Hay algo más alude ese “desierto sin agua” que anuncia Camus cuando el pensamiento llega a sus últimos límites?

Necesitamos con urgencia abandonar el Absurdo para dedicarnos a buscar prácticamente la Iluminación. Pido ésta búsqueda en forma científica fuera de toda religión o culto mágico. Basta ya de “elucubraciones acerca de elucubraciones”. El momento actual pide más que nunca una revolución orgánica, un método físico, una filosofía concreta lograda por otras vías que las del lenguaje filosófico.

Hablemos del “Extraño Resplandor”.

La fábula antigua- dice Sainte Beuve- habla de un pastor llamado Comatas que, por haber sacrificado con harta frecuencia sus cabras a las musas, fue castigado por su amo y encerrado en un cofre para que muriera de hambre. Pero acudieron las abejas y lo alimentaron con su miel. Cuando el dueño, tiempo después, abrió el cofre, encontró vivo a Comatas y rodeado de suaves resplandores.

También podemos encontrar el resplandor corporal en la descripción de la muerte de San Juan de la Cruz. “No ha habido congojas ni contorsiones de agonía. El rostro, antes trigueño, queda blanco, transparente de luminosidad”. (Declaración del hermano Diego de Jesús). Esta dignidad mortuoria se parece sorprendentemente a la de otro iluminado llamado William Blake: “Murió en 1827 después de una corta enfermedad con la serenidad entusiasta de un místico y un sabio” (Biografía de W.B. por Pierre Berger).

Veamos lo que habla la Biblia del “Resplandor”.

“Seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano y lo llevó aparte a un monte y se transfiguró delante de ellos y resplandeció su rostro como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”. (San Mateo, 17, 5, 2). “La sabiduría del hombre ilumina su rostro…” (Ecclesiatés , 8, 1,). “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen ella; porque la gloria de Dios la ilumina”. (Apocalipsis, 1, 23). “El precepto de Jehová es puro tan que alumbra los ojos”. (Salmos 19, 8). “Por lo cual dice: Despiértate de los muertos/ y te alumbrará Cristo”. (Efesios 1, 5, 14).

Como se ve, el concepto de la iluminación no sólo pertenece a las religiones budistas. Por las citas expuestas puede notarse también hasta que punto las doctrinas de Gurdjieff sobre el hombre que duerme o está muerto en vida encuentran claramente expresadas por la Biblia.

Los griegos también incluían en su mundo este concepto. En el libro de E. R. Dodds “Los griegos y lo Irracional” (Revista de Occidente), se habla de un tipo de posesión que se encuentra ya en los héroes de Homero denominado Menos. “El Menos es un estado de mente. Cuando un hombre sienteMenos en su pecho o lo siente, ‘subírsele, pungen`te, a las narices’, es consciente de un misterioso aumento de energía; la vida en él es fuerte y se siente lleno de confianza y ardor nuevo. Para Homero, el Menos es el acto de un dios que ‘acrecienta o disminuye a voluntad la potencia de un hombre?. En ocasiones puede evitarse el Menos mediante la exhortación verbal; otras veces su acometida solo puede explicarse diciendo que un dios ‘se lo ha inspirado e insuflado? al héroe, o transmitido por el contacto a través de un bastón”. He subrayado la última frase porque me resulta emocionante hacer un paralelo entre el bastón griego y el de los maestros budistas zen que consideran que su báculo está cargado de su fluido espiritual cual un acumulador y que tocando con él pueden iluminar a un discípulo y las palabras de Willian Blake que el nunca quiso interpretar: “¿El cielo? lo he tocado con mi bastón. ¿Jesucristo? Yo soy Jesucristo y ustedes también si así lo quieren”. Continúa Dodds: “La posesión pasajera de un Menos intensificado es un estado anormal que requiere una explicación supranormal. Los hombres de Homero pueden reconocer su acometida que va acompañada de una sensación peculiar en las piernas. “Las plantas de mis pies y las palmas de mis manos se sienten ardorosas” dice uno que describe este poder. Debo hacer notar que los sitios neurálgicos corporales del Menos griego tienen mucha relación con las heridas en las palmas y en los pies de Cristo. “El término Menos se emplea también analógicamente para describir la energía devoradora del fuego”. Dodds nos remite, agracias a esta analogía establece similitud entre iluminación y fuego.

Leyendo “Pascal para lui-meme” de Albert Beguin (Editions du seuil) encontramos lo siguiente: “La tarde del lunes 23 de noviembre de 1654 desde las diez y media de la noche hasta las doce y media- Pascal anota escrupulosamente estas precisiones de tiempo como hacen a menudo los místicos- tiene una experiencia tan conmovedora que ningún lenguaje puede describirla y no encuentra, para resumirla, más que una sola palabra fuego, escrita con grande  letras sobre una hoja de papel que llevará desde ese momento cosida para siempre en el forro de su vestimenta, “El pergamino sobre el que había escrito Fuego lleva tres líneas más agregadas probablemente al día siguiente o poco más tarde:

RENUNCIACIÓN TOTAL Y DULCE: SUMISIÓN TOTAL A CRISTO Y A MI DIRECTOR; JÚBILO ETERNO POR UN DÍA DE EJERCICIO EN LA TIERRA”

El derivar el poder creativo de Dios, logrado mediante renunciación total del Yo, sumisión y júbilo, podemos encontrarlo como base de la inspiración de los juglares. Chadwick, en “Growth of Literature”, cita las declaraciones del juglar Kighiz: “Yo puedo cantar cualquier canto, porque Dios ha plantado este don del canto en mi corazón; Él pone las palabras en mi lengua sin que yo tenga que buscarlas. No he aprendido ninguno de mis cantos. Todos brotan de mi yo interior”.

Las palabras del juglar retratan exactamente el caso de Jacob Boheme. Este filósofo alemán de fines de la Edad Media ha sido clasificado por Berdiaeff como “uno de los más grandes gnósticos cristianos”. Este gran hombre que influyó en la historia de la filosofía, plantea un problema que no ha sido resuelto; no se sabe de donde sacó su información. No era ni un sabio, ni un hombre de letras ni un escolástico. Era simplemente un humilde zapatero. Se decía visionario y creador de mitos. Acerca de la fuente de su saber decía: “No me interesan sus métodos ni sus fórmulas porque no es con ellos con quienes estudié, tengo otro maestro que es la naturaleza entera. De toda esta Naturaleza y su fuerza creadora estudio yo y aprendo mi filosofía, mi astrología y no por intermedio de los hombres”. “Por mis propias fuerzas yo soy un hombre tan ciego como otro y no puedo nada, pero por el espíritu de Dios mi espíritu innato penetra todo…” “Cuando el espíritu del amor divino atraviesa mi espíritu, entonces la criatura animal y la divinidad no formas más que un solo ser, una sola concepción y una sola luz”.

Sammtliche Werke de Jacob Böhme. Edición de Schiebler Leipzig).

Volvamo a a William Blake. Este poeta genial dice: “Es preciso desprendernos de prejuicios y no creer más que una cosa indiscutible: la visión interior, la intuición, la imaginación, que son la comunicación directa entre el hombre y Dios. ¿Esto nos llevará a lo que llamamos el Absurdo? ¿Qué importa? Si lo llamamos así es porque estamos ciegos y juzgamos como tales”. Los imaginativos como Blake están en la luz. Confiesa que si no creemos no hay medio de que nos crean. “debemos sentir la verdad como sentimos el fuego y la luz”. La que declaró que sus libros le eran dictados por espíritus, que él sólo repetía sus palabras y que escribía gracias a ellos. Lo despertaban en la noche: entonces se levantaba y escribía, a veces durante horas, sin sentirse con derecho a cambiar nada de lo que había oído.

(Continuará)

Nota: Alejandro Jodorowsky nos envía estos artículos de una revista mexicana sin importancia -un pasquin uiversitario- publicado «hace siglos» y que nadie pareció leer. Son tres partes sobre la ILUMINACIÓN. 

Deseamos que lo disfruten.

Segunda y tercera parte:

image  ILUMINACIÓN