La raíz más primitiva de nuestro cerebro nos impulsa a repetir: mismas costumbres, mismos lugares, mismas posturas, mismos objetos, porque de ese modo nos vamos creando una zona de confort que nos aporta gran seguridad; sin em-bargo, el resto de nuestro ser tiende a arriesgarse, a conocer, a expandirse, a ampliar límites y a crecer.
La rutina en la pareja hace que se pierda la chispa, porque lo previsible nos des-motiva y nos aburre. ¿A qué nos parecemos más, a un homínido explorador o a un temeroso reptil?
Tres sencillas ideas para salir de la rutina en la pareja:
1.- Vivimos entre dos mundos, el real y el imaginario. Compartamos todas las fantasías con nuestra pareja, no sólo las sexuales. Seguro que provocará que al-gunas se conviertan en realidad.
2.- Por muy aventurados que parezcan, planeemos juntos nuevos proyectos. El simple hecho de abrir la posibilidad de que se realicen hará que suba el nivel de motivación.
3.- Utilicemos el factor sorpresa. En la cocina, en el sexo, en las actividades de ocio, cualquier momento puede ser bueno para introducir un cambio no espe-rado en nuestra pareja, el efecto bien valdrá lo invertido[…]”
Fragmento de: “parejas sin fin”
