
David pide un consejo:
Soy un chico de 20 años. Por demasiado tiempo escuché los gritos de mi padre que me acusaba de ser un fracasado, acaso porque en realidad tenemos caracteres demasiado parecidos y porque sus decisiones le llevaron a una vida de super sacrificios y a un trabajo que demasiado a menudo le impide tener una vida social, y no quería que yo acabara como él. Desde hace algunos años tengo una novia, que se parece mucho a mi madre y no quisiera que, como mi padre, yo llegue a impedirle realizar su sueño (por razones como celos u otras situaciones diversas). Demasiado a menudo me siento perseguido por el destino que le tocó a mi padre, y tengo miedo de no conseguir crearme en el futuro una familia en la que reine armonía y tranquilidad. Me he vuelto demasiado pesimista y, si miro al futuro, la única chispa de seguridad lo encuentro en mi novia, que cree en mí: pero yo no creo en lo que podré asegurarle en el futuro, y tengo miedo de perderla. Espero que puedas aconsejarme,
Alejandro Jodorowsky le propone un ritual psicomágico:
Querido David, los mexicanos tienen un dicho: «Hijo de tigre nace rayado». Aplícalo a ti mismo: «Hijo de padre fracasado debe fracasar»… Nuestro cerebro posee cierto tipo de neuronas que pueden ser llamadas «espejo», porque copian sentimientos de la madre o el padre; sentimientos que no nos pertenecen. Tú estás poseído por el terror que tenía tu progenitor de que te convirtieras en un adulto semejante a él. Al acusarte de ser un fracasado te condicionó a que lo fueras. En el fondo de ti mismo, para no perder su amor, le obedeces. A tal punto que te unes a una novia semejante a tu madre. No dudo en decirte que estás poseído. Debes liberarte de ese fantasma paterno que te llena la mente. Esta posesión aberrante ha contagiado también a tu novia, a la que le has inoculado el fantasma de tu madre. Debes proceder a un ritual psicomágico de liberación:
Con una foto ampliada a tamaño natural del rostro de tu padre, hazte una máscara. Con una foto de tu madre, haz una máscara para tu novia. Tú vístete con ropas que le has robado a tu padre y viste a tu novia con ropas robadas a tu madre. Vayan ambos a una playa, y vestidos con esas ropas y máscaras, tú disfrazado de tu padre y tu novia disfrazada de tu madre, entren en el mar. Apenas sus zapatos no toquen fondo, quítense las máscaras y desvístanse dejando que las olas se lleven las ropas y las dos fotos. Hagan, así desnudos, el amor sin salir del agua. Regresen a la playa donde les esperan en una bolsa vestiduras limpias. Vuelvan a su casa y envíen una circular a sus amigos y familiares comunicándoles que desde ese momento se han cambiado de nombre. A tu padre, en sobre aparte, le enviarás un pedazo de pergamino en donde has escrito «DAVID» y derramado una gota de tu sangre, acompañado de un pequeño espejo. Agregarás una hoja de papel en donde habrás escrito: «Te devuelvo este nombre; te pertenece, es tu retrato, no el mío.»